Centenares de corpiños cuelgan de un alambrado al borde de una ruta en Queenstown, Nueva Zelanda, como parte de una campaña de la Fundación de Cáncer de Mama para recaudar fondos. Los donantes dejan un sujetador y algo de dinero para ayudar a las pacientes y financiar la investigación de nuevos medicamentos contra la enfermedad. Un estudio publicado esta semana por la Agencia de Control del Cáncer dice que las neozelandesas “se están perdiendo muchos tratamientos que pueden salvarles la vida” por no poder acceder a los principales medicamentos, ya que el Estado no los financia. La falta de fondos públicos acorta la vida de muchas pacientes que no pueden comprar sus medicinas, algunas de las cuales cuestan 5.800 dólares al mes. La Universidad de Massey realizó su propio estudio y encontró que el país sufre “un sistema de salud de dos niveles: uno para los ricos y otro para los pobres».