Sudán del Sur es una de las naciones más jóvenes del mundo. Tras 50 años de conflicto armado, obtuvo la secesión del norte de Sudán, dominada por la cultura árabe, y declaró su independencia en julio de 2011. A pesar de su corta edad, Sudán del Sur ha atravesado casi todas las calamidades que suelen afligir a los países africanos: hambrunas, guerras civiles y un genocidio que se cobrado 50.000 víctimas. Aunque en 2020 se firmó un armisticio, la violencia continúa latente, lo mismo que la falta de infraestructura básica y las malas condiciones de vida para mayoría de la población. Sin embargo, “La Joya del Continente” es un país con formidables recursos naturales, como petróleo y oro, cuya explotación ha enriquecido a una pequeña oligarquía gobernante que goza de un lujo exuberante. La situación para las 63 tribus indígenas es bien distinta, con su supervivencia amenazada por las enfermedades y la desnutrición.