Jóvenes atrapan ejemplares de carpas en el fango de un río seco en Australia, donde estos peces introducidos por el hombre hace 100 años. Los han acabado infectando los cursos fluviales. Las carpas están desprovistas de dientes, de manera que su forma de ingesta consiste en la succión. Su boca es capaz de absorber huevo de peces, insectos o mejillones dificultando que las especies autóctonas se alimenten y reproduzcan. En el pasado, se han utilizado explosivos, venenos y descargas eléctricas para intentar deshacerse de ellas, sin resultado. Por eso ahora el Gobierno planea erradicar las carpas con un virus de herpes para cuyo desarrollo destinó 15 millones de dólares. Las autoridades afirman que el método es inocuo para el medioambiente y para el resto de los organismos. Una vez que el virus del herpes «ciprínido 3» es liberado en el agua, ataca la piel y riñones del pez, hasta que este muere. El Gobierno espera poder acabar con el 90% de la población de carpas en los próximos 30 años.