Andrés Asiain
La cercanía de las elecciones obliga a los candidatos a afinar sus propuestas de política económica. Especialmente en materia de estabilización de precios, dado que solucionar el problema de la inflación aparece como la primera demanda de la sociedad. Más allá de las diferencias del elenco opositor respecto de la dolarización, tanto los referentes económicos de JxC como los de Milei coinciden en la necesidad de avanzar en la reducción del Estado, aplicar una reforma laboral y en la apertura comercial. A partir de esas medidas aparentemente inconexas piensan disciplinar la puja distributiva en el marco de un programa antiinflacionario que, sin embargo, depende crucialmente de la capacidad de estabilizar el mercado de cambios y de desarmar la indexación de los precios. Las políticas de ajuste del gasto público, privatizaciones, reducción de programas sociales que, con matices, sostienen los principales referentes de la oposición, tienen dos objetivos. Por un lado, el achicamiento del Estado les permite plantear la reducción de las cargas sociales e impositivas a las empresas, un pedido claro del círculo rojo a sus referentes políticos. Son medidas que tienden a incrementar la tasa de desempleo, estatal o privado. Y un elevado nivel de desempleo, como muestra la experiencia de despidos masivos en la previa de la convertibilidad a comienzos de los ‘90, es la mejor herramienta para debilitar a los sindicatos. Una clase obrera con sus organizaciones debilitadas no podrá oponerse a una reforma laboral y, especialmente, al fin de las paritarias. La otra pata del disciplinamiento de precios es la apertura comercial, donde el ingreso masivo de importaciones impone un techo a la posibilidad de trasladar los aumentos de los costos a los precios por parte de los empresarios, so pena de perder mercado frente a los productos importados. Pero el uso de la apertura importadora de precios debe ir acompañada de un régimen cambiario que evite la devaluación de la moneda. Pero ahí se encuentra una de las principales dificultades que deberá enfrentar el programa opositor: la disponibilidad de dólares para estabilizar el mercado cambiario. La otra es romper la indexación de hecho o contractual de numerosos precios de la economía, como alquileres y costos financieros, sin lo cual el programa liberal genera un atraso cambiario en convivencia con inflación, similar al que produjo el fracaso de la “tablita” de Martínez de Hoz en la última dictadura.