El chamamé fue declarado patrimonio de la humanidad

Así lo resolvió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) al destacar el género musical del Litoral argentino

El chamamé es oficialmente, desde ayer, patrimonio cultural inmaterial de la humanidad reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). La resolución votada ayer en París le abre las puertas al chamamé para seguir viajando y conquistando nuevos públicos en distintas partes del mundo. Es una distinción importante en cuanto a lo simbólico y también a lo material: se sabe que las expresiones culturales que consiguen este nivel de reconocimiento también pueden obtener facilidades en términos de fondos internacionales para la cooperación internacional. “El patrimonio inmaterial proporciona a las comunidades un sentimiento de identidad y de continuidad: favorece la creatividad y el bienestar social, contribuye a la gestión del entorno natural y social y genera ingresos económicos”, dijo la Unesco al explicar su propia categoría.
Y se puede decir todo eso sobre el chamamé, un género musical muy popular en lo que se conoce como área guaranítica, la región que va del Mato Grosso do Sul en Brasil a Paraguay y parte de Uruguay. Es decir, en la zona donde se asentaron las misiones jesuíticas que le dieron forma en diálogo con la cultura guaraní, española, africana y judía. «Pone en relieve la flora, la fauna, el amor a la tierra», dijo la Unesco en sus considerandos.
“Es una mezcla, un mboyeré”, se afirmó desde el Litoral, al tiempo que agregó que en las últimas décadas el chamamé se ha expandido también por gran parte de la provincia de Buenos Aires y hasta de la Patagonia. “Esto tiene que ver con la forma en que el pueblo de nuestra región se ha desparramado a lo largo y a lo ancho del país en busca de mejores horizontes, en busca de mejores trabajos
. Eso hace que el chamamé vaya llegando como una provisión para el alma, lo que nosotros llamamos el avío del alma”, apuntó Julio Cáceres, cofundador con Joaquín Sheridan de Los de Imaguaré, un grupo emblemático que se presenta en los escenarios desde 1977. Esta religión, este avío para el alma que es parte de la vida de la gente del litoral, convive sin conflicto con representaciones de la religiosidad popular. Y, para mantenerse vivo, ese credo no solo se ha expandido a nivel geográfico sino que también ha ido renovando su repertorio estético e ideológico. Del canon de la década del treinta y cuarenta al lirismo y compromiso político y social de los setenta se ha pasado en los últimos tiempos a una escena que combina desde componentes de la bailanta hasta letras que hablan contra la violencia de género y el cambio climático. “Algunos son más practicantes, otros meramente creyentes, pero todos somos devotos de alguna manera u otra. El chamamé es algo que va mucho más allá de la música y la danza y tiene que ver con nuestro paisaje, con nuestra gastronomía, nuestras historias, nuestras artesanías”, dice Romero para seguir con esta idea de lo trascendental.
Considerado durante mucho tiempo como el hermano menor del folklore argentino, el chamamé fue ocupando lugares cada vez más importantes.
Tras el mboyeré que empezó a cobrar forma en la época de las misiones jesuíticas, el chamamé, tal como se lo conoce, nació a principios del siglo XX. Los expertos hablan de los cuatro próceres del género al referirse a Emilio Chamorro, Mauricio Valenzuela, Ernesto Montiel y Mario del Tránsito Cocomarola, por ser quienes sentaron las bases en la década del 30 y 40. Fue a partir de los 70, con la incorporación de una camada de músicos jóvenes, que el chamamé cobró impulso y además de renovarse pudo llegar a otras provincias y ganar mayor status cultural. Algunos de aquellos jóvenes intelectuales que le aportaron nuevas capas, hoy son leyendas chamameceras. Entre ellos Mario Bofill, Antonio Tarragó Ros, Marilí Morales Segovia y Pocho Roch. A ellos les siguieron en los 90 referentes como Nini Flores, Raúl Barboza y el Chango Spasiuk, que le dieron un espíritu internacional que hace que estos sonidos sigan girando. Cabe señalar que Argentina y, particularmente, Entre Ríos rinde su homenaje al chamamé con el Festival Nacional que se desarrolla desde hace más de 45 años en Federal.