Señales ortodoxas

0
97

Andrés Asiain

La corrida cambiaria de las últimas semanas generó una elevada incertidumbre económica y política. Caída de los bonos en pesos, suba de las cotizaciones de los dólares paralelos, pérdida de reservas, stockeo de productos y remarcaciones preventivas, fueron parte de los comportamientos especulativos que acompañaron la renuncia del ministro Martín Guzmán y el reemplazo de Silvina Batakis. En esa atmósfera financiera y económica enrarecida, varios economistas ortodoxos reclamaron señales para “calmar al mercado”. Las presiones parecen haber influido y las primeras señales de Batakis apuntaron a complacerlos. “No hay plata para un salario universal”, indicó la ministra, para luego anunciar una política de “déficit cero” de hecho, basada en que sólo se gastarán los pesos que se vayan recaudando. Esas señales ortodoxas son intentos por frenar una corrida cambiaria que, de lo contrario, se llevaría puesto cualquier programa económico. En ese sentido, deben leerse como un giro coyuntural para surfear las olas de la corrida y no, aún, como una marca definitiva del destino de la política económica del Frente de Todos. La situación de externa vulnerabilidad cambiaria en que se encuentra la economía, y que el anterior equipo económico negaba publicitando un escenario económico ficcional al Presidente, disminuye los márgenes de autonomía de la política económica. Mucho más en el marco de un acuerdo con el FMI que fue ofrecido como fuente de estabilidad macroeconómica, cuando se trataba de exactamente lo contrario. Así las cosas, un giro ortodoxo de la política económica se traduciría en una reducción del gasto público, especialmente en lo que es obra pública, vivienda y salarios. De sostenerse el rudimentario déficit cero se entraría en una demora de muchas partidas de ejecución presupuestaria, hecho que recuerda los finales de la convertibilidad donde pensiones y salarios sufrían retrasos extremos. La política de no emisión y sólo gastar lo que se recauda, además de grandes demoras en los pagos del Estado, tendería a reducir el circulante en la economía ya que no se inyectaría liquidez en una economía que funciona con una elevada inflación. Sin embargo, no eliminaría el potencial riesgo de las corridas, pues gran parte del excedente financiero se encuentra en títulos que paga tasas por arriba de la inflación. En ese sentido, si bien puede reducir el flujo de dinero que alimenta las presiones cambiarias, no reduce el stock de las tenencias que pueden desestabilizar el mercado cambiario en cualquier momento.