Después de semanas de escalada militar y tensión en la frontera de Ucrania, Putin decidió autorizar una intervención militar para “proteger” a los ciudadanos de los “abusos y del genocidio” del Ejecutivo ucranio de Volodímir Zelenski.
Esta guerra se articula como parte de un conflicto bélico y geopolítico de largo recorrido histórico. El propio Putin señalaba recientemente, bajo su óptica anticomunista, la importancia de los acontecimientos del siglo pasado en esta escalada militar y se remontaba a la Unión Soviética: “Ucrania fue un invento de los bolcheviques. Lenin y sus asociados cometieron un crimen histórico dividiendo un territorio que pertenecía al imperio ruso”.
A partir de la caída de la URSS y la conformación de la Federación Rusa, Moscú tuvo que reconocer que Ucrania se estableciera como un país independiente.
Pero el origen más reciente del conflicto armado se remonta a la promesa que la OTAN le hizo a Gorbachov tras el Pacto de Varsovia de que no ampliaría su influencia hacia el este; desde Rusia se considera que este pacto no se ha cumplido y justificó así la movilización de tropas en la zona durante los últimos años.
En 2014, la Unión Europea y Ucrania firmaron un acuerdo de asociación. La firma de este documento no suponía la entrada del país en la UE, pero garantizaba la ampliación de los vínculos políticos y económicos, lo que los alejaba de la influencia de Putin.
Esa firma provocó un estallido social de protestas, el denominado Euromaidán, con un tinte europeísta y nacionalista. Esta convulsión se extendió por todo el país durante varios meses y se saldó con la salida del presidente prorruso Víktor Yanukóvich.
Aquello también generó una reacción contraria en la vertiente prorrusa de la población ucraniana y la situación fluyó hacia una guerra en el Donbass, la región del este de Ucrania fronteriza con Rusia, que estalló el 6 de abril de 2014 y que sigue activa. La escalada militar de los últimos días tiene relación con estos movimientos militares: Putin reconoció la independencia de Donetsk y Lugansk, provincias del Donbass.
Antes, el 16 de febrero de ese 2014 se había celebrado un referéndum en Crimea en el que -en medio de acusaciones de fraude- venció la anexión a Rusia por más del 97% de los votos. Dos días después, Putin firmó la incorporación de la península ucrania a su territorio, que la comunidad internacional no reconoció.
Ya en mayo los acontecimientos de Crimea se reprodujeron en la región del Donbás y los grupos separatistas de Donetsk y Lugansk autoproclamaron sendas ”repúblicas populares” y reclamaron integrarse en Rusia.
