La foto del día

Una artesana trabaja en un vitral, siguiendo un proceso que se remonta a los tiempos del Imperio Romano cuando es utilizaban para representar escenas históricas o religiosas, en una época en la que muy pocas personas sabían leer. La gente entraba en las iglesias y, de ventana en ventana, se les contaba una historia. Los vitrales cumplían una triple función: dotaban de la luz adecuada a ciertos ambientes, ornamentaban edificios importantes y perpetuaban una narración que se volvía tradición. Este arte alcanzó su apogeo en el siglo XII con la arquitectura gótica y sus ventanas lanceoladas de gran altura y rosetones monumentales. Esos verdaderos calidoscopios dan testimonio de un oficio para el que se requiere bastante más que saber jugar con los colores. Hay que fusionar el vidrio a altas y variadas temperaturas, empleando materiales como la trementina, plomo, aceites y pigmentos que desprenden efluvios tóxicos.