Por Carlos Heller
En junio de 2009, durante el cierre de campaña del Frente para la Victoria de la Ciudad de Buenos Aires en el Luna Park, cuando me postulaba como primer candidato a diputado nacional, Néstor Kirchner afirmaba: “Hace 36 años la Capital Federal afrontaba una elección donde se discutían modelos. Lamentablemente, hace 36 años esa ceguera cultural a veces de ciertos sectores, llevó a que cuando tuvieron que votar fuertemente por la consolidación de un proyecto de liberación de la patria, votaron por Fernando de la Rúa. Espero que aprendan de la memoria y el dolor sufriente del pueblo argentino durante todo este tiempo (…) ¿Cómo puede ser que otra vez los sectores retrógrados de la patria vuelvan a aliarse, tanto aquellos concentrados mediáticamente como económicamente? No podemos volver a reconstruir las políticas que nacieron en el 76 y se consolidaron en la década del 90”.
La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, sostuvo ahora: “Estamos con una situación en la que figuras e ideas y hechos del pasado parecen querer venir nuevamente a instalarse en el presente para condicionarlo y para además, también, condicionar el futuro”.
Los dos, con 14 años de diferencia, hacen referencia a lo mismo: el retorno cíclico de personajes e ideas que destruyen el país.
En ese mismo acto de 2009 en el Luna Park, Néstor Kirchner proponía una salida de ese círculo vicioso: “La derecha siempre marcha junta porque tiene las ideas, el poder económico y el poder mediático y sus propias necesidades claras. ¿Puede ser que la construcción de un campo y un espacio popular en la Argentina sea tan difícil? No es tan difícil”.
Dos llamados a la unidad
Dos momentos históricos y el mismo llamado a la unidad. Como siempre decimos: los problemas entre nosotros son menores, los verdaderos problemas son con los otros.
No hay otro horizonte político que no sea juntarnos, organizarnos y diseñar en conjunto un programa para enfrentar a ese pasado que intenta nuevamente volver. No hay otra salida: unirnos para construir las relaciones de fuerza favorables que nos permitan avanzar en el futuro con mayor velocidad y profundidad.
No nos tiene que juntar el espanto: nos debe unir la responsabilidad y la inteligencia política. Y la convicción de impedir que nuestro pueblo atraviese nuevos años de angustia y de sufrimiento.
Néstor y Cristina no dejaban de alertar sobre el riesgo del retorno neoliberal. Él se tuvo que hacer cargo en 2003 de un país en ruinas tras las experiencias de gobiernos de derecha que destruyeron el sistema previsional, privatizaron las empresas públicas, aumentaron la pobreza y la desocupación y precipitaron el cierre de decenas de miles de pequeñas y medianas empresas, entre otras calamidades. Cristina los enfrentó cuando quisieron neutralizar, entre otras grandes iniciativas, las políticas de distribución y de igualdad, la recuperación de las empresas públicas y el sistema previsional de reparto. En todos esos años hubo que trabajar duro para dejar atrás la Argentina del abismo que nos dejaron.
Movilización popular
Es necesario trabajar en un programa común de tal modo que el candidato elegido esté obligado a representarlo. Lo sabemos: más importante que el candidato es el proyecto. Porque el proyecto establece las políticas que deberá impulsar el candidato. Pero, a la vez, el proyecto necesita de un candidato que lo exprese. Cada uno de esos componentes –proyecto y candidato– se requieren de manera mutua.
Fue uno de los ejes a los que se refirió Cristina este jueves en la Plaza de Mayo. Una convocatoria fenomenal a la que asistimos de manera presencial o a través de la televisión, la radio y las redes sociales, millones de argentinos.
Lo que sobrevoló ayer durante toda la jornada fue el sentimiento inequívoco de que tenemos que comprometernos para asegurar un triunfo, porque en eso le va la vida y la felicidad a muchos argentinos y argentinas.
Existen dos modelos: aquel donde conduce el mercado, es decir, los grupos concentrados de la economía que fijan las reglas y asignan los recursos; y el modelo en que el Estado asume la representación de los intereses de la sociedad, pone límites a esos grupos concentrados e interviene para que los beneficios de lo que se produce lleguen al conjunto de la sociedad.
Para que gane nuestro modelo tenemos que estar unidos y trabajar con amplitud. Pero, sobre todo, cumplir con lo que expresó ayer en Plaza de Mayo la vicepresidenta: participar, definir un programa de Gobierno y conformar una gran movilización popular para plasmarlo.