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Concepción del Uruguay
martes, mayo 13, 2025

Yo digo… Realidad: matemáticas y estadísticas

Por Pedro Peretti

Se ha visto, por estos días, a periodistas e historiadores tratando de explicar y justificar, el extravagante e inconstitucional DNU, que dictó el Presidente de la República, apelando a una serie de datos estadísticos para justificar su dictación. Como si la política fuera una ciencia exacta que puede prescindir del contexto para su interpretación, estudio y ejecución. Nadie puede despreciar las matemáticas, ni las estadísticas, ni las encuestas, pero son auxiliares (sólo eso) del análisis, no valores absolutos; puestas, solas, en el centro de escena, sin contexto no pueden darnos un diagnóstico certero. Así ayudan más a la confusión que a la comprensión del momento.
Los DNU son regulados por la constitución reformada en 1994, otro fruto del nefasto Pacto de Olivos. Según, la ONG chequeado fue: CFK la que menos DNU firmó: 78 en 2.921, (0,03) por días de gobierno. Macri usó: 78 en 1.461 días es decir (0,05 por día), y Menem fue el presidente que más días habitó la Rosada y dictó 195 (0,05 por día). Alberto Fernández utilizó 177; en la Pandemia del 2020 usó 76, eso le da un promedio de 0,12 por día. Néstor Kirchner dictó 236 en 1.660 días es decir un promedio de 0,14 por día. El razonamiento sería: todos los usaron, empezando por Kirchner el que más lo empleo, así que a no quejarse y bancarse el DNU de Milei.
No es análisis, es operación
Suman, restan y dividen DNU, como si fueran “cosas” uniformes, sin diseccionarlos para su examen, comparan peras con manzanas, sin ruborizarse; y lo sirven en la bandeja radiofónica o en el set televisivos como una verdad revelada intocable, sin el para qué, ni qué estaba sucediendo, ni a quién beneficia: no es análisis, es operación.
No puede ponerse en un mismo plano el DNU de Milei, notoriamente inconstitucional, que modifica 360 leyes estructurales con el que declaró la emergencia sanitaria en la pandemia, o el DNU que se firmó para prohibir el corte de servicios esenciales u otro DNU como el que postergó el cierre de cuentas bancarias por cheques rechazados. ¿Les parece que son comparables?
Aplican el mismo método estadístico para las cuestiones gremiales, y enseguida sacan a relucir los 13 paros de Saúl Ubaldini a Raúl Alfonsín y empiezan contar y comparar con los que le hicieron a los otros presidentes. Los contabilizan como si fueran caramelos de un mismo gusto. ¡Pero no se toman el mínimo trabajo de contextualizar el momento histórico! Las matemáticas reemplazan el análisis.
Alfonsín metió un giro de 180° en su política, previo acuerdo con el FMI y un desembolso de éste por 3.000 millones de dólares. Saco un DNU, el 1096/85 con el cual implementó el Plan Austral, cambió de signo monetario y hubo un fuerte deterioro de la calidad de vida y del salario. ¡No sé qué pretenden! ¿Que les destruyan el salario, las obras sociales y las posibilidades de vivir dignamente y no luchen?

Los paros del campo
¿Por qué el campo le hace paro sólo a los gobiernos populares? Milei-Caputo-Vilella les subieron las retenciones y piden superpoderes, dos cuestiones que encabezan todos los pliegos de demandas, de la Mesa de Enlace, a los gobiernos peronistas. Pero ahora no abren la boca, porque se sienten parte del gobierno.
El análisis político-gremial no puede ser reemplazado por las estadísticas o por matemáticas, por más Big Data que exista, son meros auxiliares. Un paro se propone sobre la base de condiciones objetivas del momento y a partir de cómo afecta el bolsillo de los sectores que se pretende representar.
Tampoco el análisis se puede hacer sobre la base de tapas de diarios que, parafraseando a Manuel Belgrano “son partidarios de sí mismos”, ni con encuestas truchas o hechas a medida.

Diálogo con el pueblo
Hay que salir a ver el país, pero con ojos propios, no prestados. Hay que abandonar ese pensamiento tan porteñocéntrico que nos lleva confundir la realidad del obelisco con la de la Argentina. Es hora que se escuche a los intelectuales y militantes del interior profundo: formoseños, jujeños o neuquinos tienen mucho para decirnos Es hora que el campo nacional y popular mire hacia adentro, y escuche a la Argentina profunda. Precisamos originalidad, fundada en la realidad que se construye en la vida cotidiana, y no en el delirio anarco capitalista o en una virtualidad edificada con matemáticas y estadística. A la compu y al obelisco hay que sumarle interior y pueblo, así, seguro, nos va ir mejor.

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