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sábado, junio 15, 2024

Yo digo… Pubertad precoz durante la pandemia

Por Arturo Brooks

Italia lo notó primero. Fue el primer país en cerrar durante la pandemia de Covid-19 y los investigadores del Hospital Universitario Infantil Anna Meyer de Florencia fueron los primeros en señalar una tendencia desconcertante: más niñas que nunca habían estado apareciendo en el hospital con claros signos de pubertad precoz.
Desde que la pubertad precoz atrajo la atención clínica por primera vez en la década de 1990, se ha vuelto cada vez más común en todo el mundo. Definida como la aparición de características sexuales secundarias, como senos, vello púbico y cambios vocales u otros signos de madurez biológica en niñas de 8 años o menos, y niños de 9 años o menos, ha sido difícil para los investigadores atribuir la pubertad precoz a una sola causa o mecanismo.
Pero un misterioso aumento de casos generado durante la pandemia, en Italia y en países de Europa, Asia y América, ha brindado a los expertos una nueva oportunidad para revisar sus teorías. Los estudios de casos ahora han llegado de clínicas de todo el mundo, muchos de los cuales vieron triplicar los diagnósticos. En la provincia china de Henan, por ejemplo, los médicos en 22 centros vieron cinco veces más casos en 2020 que en 2018.

La carga de las ñiñas
La pubertad precoz se diagnostica con mayor frecuencia en las niñas, simplemente porque la pubertad en las niñas es más visible. El crecimiento de los senos, para muchas niñas, es una experiencia pública, y en espacios como el sistema escolar, el desarrollo temprano puede significar un campo minado de atención no deseada. Algunas niñas no son lo suficientemente maduras para manejar este tipo de cambios corporales, lo que les genera un gran estrés.
Tal vez como resultado, la pubertad temprana se ha relacionado con trastornos del estado de ánimo y algunos problemas de conducta. Aparte de las repercusiones psicológicas, la pubertad precoz también se asocia con la aparición, años más tarde, de diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer reproductivo.
Aunque algunos casos son fácilmente atribuibles a causas genéticas o anómalas, la pubertad precoz se ha relacionado con mayor frecuencia con la obesidad. Décadas de investigación han encontrado que el peso corporal infantil es un fuerte predictor de la menarquia, o el inicio de la menstruación. Un estudio publicado en 2012 descubrió que los datos del Índice de Masa Corporal (IMC) podían explicar el 40% de la variación en el momento en que las niñas comenzaban sus períodos. La menarquia temprana también se asocia con un menor peso al nacer, así como con un rápido aumento de peso en la niñez, lo que respalda la teoría de que la fisiología de la composición corporal podría regir el mecanismo que inicia la pubertad. La obesidad infantil es un problema creciente en todo el mundo, lo que podría ayudar a explicar por qué la pubertad precoz también se ha mantenido en aumento a nivel internacional.

Secuelas de la inactividad física
Aun así, nada de esto explica suficientemente la explosión de la pubertad precoz durante el Covid-19. En un estudio publicado el 3 de agosto último en el Journal of the Endocrine Society, Mohamad Maghnie, jefe de la clínica pediátrica del Instituto Giannina Gaslini de la Universidad de Génova y su equipo, identificaron los cambios en el estilo de vida como “factores contribuyentes”. Muchos niños enfrentaron durante la pandemia, un aumento de los “malos hábitos alimenticios, la disminución del movimiento, la falta de sueño y el exceso de tiempo frente a la pantalla”. El estudio, que analiza los datos de más de 100 niñas sospechosas de tener una pubertad precoz desde enero de 2016 hasta junio de 2021, encontró que de las pacientes atendidas durante los primeros 15 meses de la pandemia, casi el 90% había dejado toda actividad física.
Debido a que muchos de estos cambios en el estilo de vida también están relacionados con la obesidad en los niños, es difícil saber si contribuyen al inicio de la pubertad al alterar el IMC, los niveles de estrés o ambos, pero la pandemia proporcionó una configuración experimental ideal para que los endocrinólogos la examinaran. La clave, escriben Maghnie y sus coatuores, será comparar datos de diferentes países que se sometieron a distintos modelos de confinamiento, lo que podría ayudar a resaltar los efectos de ciertos factores estresantes o cambios en el estilo de vida más que otros. También es posible, que la pandemia simplemente significó que los padres detectaron antes signos de pubertad precoz debido a que estaban confinados con sus hijos.

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