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martes, abril 29, 2025

Yo digo… Promesas de las tecnologías digitales

Pablo Cevallos (*)

En América Latina, durante las últimas dos décadas, se hizo una importante inversión económica para incorporar tecnologías digitales en los sistemas educativos, justificada con la creencia de que iban a mejorar la educación en tres dimensiones:
1. La primera era que las tecnologías digitales ayudarían a la inclusión educativa de las personas excluidas, gracias al acceso a computadoras y a internet.;
2. La segunda era que contribuirían a mejorar los aprendizajes de estudiantes mediante el uso de programas informáticos educativos;
3. Y una tercera promesa -la menos conocida- era que facilitarían el planeamiento y sobre todo la gestión de los sistemas educativos, gracias a la digitalización de procesos escolares y ministeriales.
Sin embargo, los resultados obtenidos en los países de la región, con muy pocas excepciones, hasta ahora han sido decepcionantes. Analicemos las tres promesas una por una, con base en lo que el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE) de la Unesco ha investigado en los países de América Latina.

Desigualdad creciente

En relación con la inclusión educativa, la promesa era que las tecnologías digitales podían desempeñar un papel crucial al reducir los obstáculos para el acceso y la permanencia de grupos tradicionalmente excluidos del sistema educativo.
Sin embargo, las brechas de acceso a la tecnología siguen siendo profundas en muchos países, pese a toda la inversión realizada, con enormes y persistentes desigualdades, por nivel socioeconómico y por ubicación geográfica.
En cuanto a la conectividad de las escuelas, la mayoría de ellas siguen desconectadas y muchas de las que están conectadas tienen una muy baja calidad de conexión. Todo esto ha contribuido a exacerbar esa paradójica desigualdad que la introducción de tecnologías digitales en los sistemas educativos produjo en casi todos nuestros países.

Aprendizajes

Mucha gente creyó que el uso de tecnologías digitales en el aula podía mejorar los resultados de aprendizaje, incluso independientemente del trabajo docente.
Sin embargo, la evidencia que respalda esta creencia es escasa y no es concluyente, pues no se han encontrado efectos claros del uso de las tecnologías digitales en la enseñanza. Esto puede estar relacionado con el hecho de que, según sugieren las investigaciones realizadas en los últimos años, las tecnologías digitales a menudo se usaron simultáneamente mientras se reforzaban prácticas educativas tradicionales.

Planeamiento educativo

El avance en la digitalización de los procesos de gestión escolar en muchos países de América Latina es lento y desigual. La mayoría de las escuelas continúan recolectando datos en formato físico. Además, el uso de Sistemas de Información y Gestión Educativa, que permitan administrar mejor los sistemas escolares es inexistente

Dos rutas posibles

La mera introducción de tecnologías digitales en los sistemas educativos no tiene, por sí sola, el poder de mejorarlos. Son las personas a cargo de la formulación y la implementación de políticas educativas, las que tienen la responsabilidad de conseguir que estas tecnologías se integren inteligentemente en los sistemas educativos, con conciencia de sus límites y sesgos, y logren desplegar todo su potencial.
Para discutir el cómo hacerlo, más de 300 personas provenientes de 27 ministerios de educación nacionales y subnacionales de América Latina y del Caribe, participaron la última edición del Foro Regional de Política Educativa de la Unesco. Durante el evento se propusieron dos rutas para revitalizar la relación entre el planeamiento educativo y las tecnologías digitales en nuestra región.
La primera ruta es el establecimiento de políticas digitales, coordinadas a nivel nacional, que aseguren que las tecnologías formen parte de los procesos educativos y sean realmente útiles para generar un impacto positivo tanto en la expansión de la cobertura como en la calidad de los aprendizajes. Esto implica, entre otras acciones, reformar el currículo, adoptar nuevos modelos de enseñanza, formar a los equipos docentes y lograr una hibridación integral de la educación.
La segunda ruta apunta a integrar a las tecnologías digitales en el planeamiento y la gestión de los sistemas educativos, mejorando su eficiencia, transparencia y calidad: desde la aplicación del Big Data hasta el desarrollo de Sistemas de Alerta Temprana para proteger las trayectorias escolares.
Para lograr estas mejoras sostenibles, es clave articular visiones educativas que estén basadas en los consensos más amplios entre diferentes sectores de la sociedad, visiones que permitan definir políticas de Estado (no sólo de gobierno) para garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas, sin dejar a nadie atrás.

(*) Director del Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación de la Unesco, Oficina para América Latina y el Caribe.

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