Por Carlos Del Frade
El triunfo de Javier Milei en el balotaje del domingo representa una derrota cultural que fue impuesta por los sectores dominantes, no solamente en la Argentina sino en el mundo, a través de los grandes medios de comunicación y a través fundamentalmente del dataísmo.
Pero en forma simultánea también demuestra el hartazgo y la bronca contra los partidos tradicionales que no han podido dar respuestas a lo que significa la impunidad de la concentración de riquezas en pocas manos y de la extranjerización de la riqueza.
En esa mezcla hay una reacción muy fuerte contra el discurso democrático, contra la racionalidad democrática, y es un regreso de las políticas económicas del terrorismo de Estado de la década del 90 y del gobierno de Mauricio Macri.Es decir, un Estado bobo, un Estado cómplice al servicio de las ganancias de pocos, con un discurso que rememora una especie de Argentina dorada, de final del siglo XIX, que era una Argentina terrible en donde el 80% de la población estaba debajo de la pobreza, y una falsificación enorme de la historia al creer que Alberdi era sinónimo de narcocapitalismo como se define en Milei.
De Alberdi a Milei
Milei planteó en su discurso: “Venimos a hacer los mismo que hicimos durante el siglo XIX, cuando fuimos una potencia mundial”. Se olvidó de mencionar algunos datos de ese “modelo exitoso”, como lo llamó. Por ejemplo, que en 1902 cuando comenzó el servicio militar obligatorio y se llamó a los jóvenes a la revisión médica, el 46% no reunía las condiciones de talla y peso mínimo para su incorporación por claros síntomas de desnutrición y huellas de enfermedades sociales evitables. En las provincias del norte esa cifra era del 60%. Hablamos de varones de 20 años, que comían mejor que las mujeres para soportar el trabajo pesado en los campos o ingenios, pero que tenían ahora que cumplir con el mandato de “Corra, Limpie, Baile” (Colimba). Es una realidad histórica bien documentada. Pero mejor añorar el tiempo en que éramos el “granero del mundo”.
Alberdi sostenía la construcción de un Estado a favor de las mayorías. Por eso se enfrentó a Mitre y su “política desaparecedora”, como lo denunció Nicasio Oroño. La “Argentina potencia” de la que habla Milei era la que tenía al 80% de su población sumergida en la pobreza.
Estamos ante la lógica respuesta de las mayorías populares frente a las grandes necesidades insatisfechas de 40 años en donde al no enfrentarse al poder económico, las necesidades son cada vez mayores. La esperanza, por supuesto, está en construir frentes donde surjan identidades políticas que recuperen la conciencia histórica de nuestro pueblo y a partir de allí los sueños colectivos inconclusos, fundamentalmente lo que dice el himno: “que en el trono de la vida cotidiana esté la noble igualdad”.
Males conocidos
La anunciada eliminación de las leyes que protegen la industria nacional, en caso de concretarse otro de los postulados del nuevo presidente, será devastadora para las pymes. El diario Perfil tituló en su tapa: “Rumbo a lo desconocido”. Más allá del impacto de la frase es necesario decir que todo lo dicho por Milei fue impuesto en la Argentina durante el terrorismo de Estado, los años 90 y el macrismo. No es desconocido, es brutal.
El mensaje que dejan trascender la vicepresidenta electa Victoria Villarruel y su ahora compañera de andanzas, Patricia Bullrich, es el involucrar a las FFAA para combatir el narcotráfico. Es posible que esa decisión termine siendo una excusa para reprimir a los sectores populares y reivindicar a los desaparecedores.
“Combatir el narcotráfico es una de nuestras prioridades”, dijo Villarruel. Si liberan el mercado de armas dos sectores serán los que más celebren: los que impulsan y medran con el mercado ilegal y las bandas narcopoliciales.
El embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, habló de “trabajar juntos en las prioridades compartidas”.
Mientras escribo esta columna, hoy, 20 de noviembre, Día de la Soberanía, tiendo a pensar que los argentinos necesitamos tener muy en claro que esas “prioridades compartidas” de las que habla el diplomático estadounidense son los bienes comunes argentinos, entre otros, el Paraná, el Uruguay y el Río De la Plata.
En estas tres semanas que restan para la asunción de Milei habrá que estar muy atentos en los movimientos de la verdadera casta que soporta el pueblo argentino, el poder económico de las principales 100 empresas. Es fundamental disminuir los dolores que vendrán.