Por Carlos Heller
Tras la reunión reciente de los principales referentes de Juntos por el Cambio (JxC) volvió a quedar en claro cuál es el sentido de las políticas que implementarían en caso de ser gobierno.
Según se afirma en el comunicado que difundieron este martes, los ejes pasarían por el “equilibrio fiscal, una política monetaria y financiera responsable y políticas que salvaguarden a las familias argentinas (…)”. En sus intervenciones los economistas del principal espacio opositor explicitaron que habrá que “equilibrar las cuentas públicas” (sin mención alguna a los intereses de la deuda, lo que necesariamente implica un fuerte ajuste del gasto primario) y “recuperar un Banco Central independiente”. Más allá de la macroeconomía, no dijeron nada de lo importante: ¿sobre quiénes recaerá el peso del ajuste?
Las implicancias que tendría la independencia plena del BCRA son muchas y de hecho ya se observaron durante la gestión macrista. Por caso, cuando se aplicó la política de «crecimiento cero» de la base monetaria, sin tener en cuenta los impactos negativos en la actividad económica; o cuando se desreguló el manejo cambiario y se produjo un fuerte salto de la inflación. La idea de fondo es que el Banco Central no esté “preocupado” por los impactos negativos, productivos y sociales, de sus políticas. Pareciera que están absolutamente convencidos de que lo único que se puede hacer es ajustar y esa perspectiva subyace en todas las declaraciones que efectúan.
La conquista de la subjetividad
A propósito de la manera en que se incide en la subjetividad colectiva, me interesa comentar el contenido de una nota titulada: “De Maratea al Kun, la pelea cultural que viene ganando Javier Milei”.
En una de las frases se menciona que “una nueva generación de trabajadores pobres prefiere la autonomía que da ganar la plata propia antes que la dependencia que impone el asistencialismo del Estado (…). La nueva fuerza laboral, hecha de gente que se las arregla con el emprendimiento informal de barrio y no se considera desocupada. Da la pelea”. Es un buen ejemplo que alude a la tan mentada meritocracia, un concepto muy instalado por la derecha, no sólo en nuestro país.
También se hace referencia a un sindicalismo clásico “que los quiere disciplinados sin garantizarle una vida de ingresos crecientes y ascenso social”. La propuesta alternativa que plantean la sintetizan en la actividad de los repartidores: “el Rappi hace su presupuesto diario, trabaja las horas necesarias y paga sus cuentas, en lugar de ponerse a exigir que le cumplan derechos opta por esforzarse para cumplírselos él mismo”.
No hace falta decir nada.
En síntesis, en el texto citado se tocan casi todos los temas: cuál debe ser el rol del Estado (el más mínimo posible), las características del mercado laboral (flexible y precario) y, ante todo ello, cómo debe adaptarse la ciudadanía en general (con la filosofía individualista y del sálvese quien pueda). Allí queda en evidencia el espíritu de lo que desde hace mucho se trata de instalar como subjetividad dominante, apuntando a consolidar una sociedad regresiva y fragmentada, en beneficio de unos pocos. Es el telón de fondo de lo que se disputará en las próximas elecciones.
El frente externo
Hace una semana, la dinámica de la coyuntura local giraba alrededor de la cotización del dólar ilegal, motivada por los intentos desestabilizadores de algunos sectores con claras aspiraciones de obtener rédito político y/o económico. Más allá de haberse contenido esta situación, el gobierno nacional sigue gestionando las dificultades que se presentan en múltiples frentes, entre ellos el externo. Uno de los principales aspectos de la coyuntura actual tiene que ver con la sequía en el sector agropecuario que implica, entre otros problemas, un menor ingreso de divisas por exportaciones: hasta el mes de abril acumulan una caída interanual de 5.200 millones de dólares, según lo informado por la Cámara de la Industria Aceitera.
En este sentido, las negociaciones para “desdolarizar” el comercio exterior con nuestros mayores socios comerciales continuaron esta semana. Luego del acuerdo que permitirá pagar en yuanes gran parte de las importaciones argentinas desde China, los principales funcionarios argentinos mantuvieron encuentros con sus pares brasileños en donde se planteó un mecanismo similar. Si bien aún se encuentra en discusión, la iniciativa permitirá a las empresas importadoras argentinas pagar en pesos sus compras a los exportadores brasileños; estos últimos tendrían garantías del Tesoro de su país y/o del Banco de Desarrollo, quienes actuarían como una entidad de compensación de las monedas de ambos países.