Por Cristhian L. Blanc (*)
Las consultoras privadas venían anticipando una cifra de dos dígitos para la inflación de agosto. No se alejaron de lo informado por el Indec: 12,4% de suba de precios para el referido mes.
El ministro Massa no ha realizado ningún mea culpa, más bien acusó de la inflación al Fondo Monetario Internacional a raíz de la corrección del tipo de cambio oficial en un 27%. El ministro, además, atacó previamente al FMI afirmando que la suba en el tipo de cambio pedida por el organismo era del 100% pero que, gracias a la firmeza del equipo económico, fue solo de 27%.
Por lo afirmado, parece que el ministro de economía cree que pisar el tipo de cambio, o lo que es lo mismo, atrasar el dólar oficial es un mecanismo antinflacionario viable. Estamos ante un problema.
Puede ser que las declaraciones del ministro tengan por objeto estimular al electorado oficialista más radicalizado, que ve en el FMI una representación de un supuesto capitalismo neo salvaje al que ellos combaten contraponiendo su modelo “nacional y popular”.
Lo extraño, entre otras cosas, es que el tal modelo recurra al atraso del tipo de cambio como mecanismo antiinflacionario, de manera similar a lo realizado por el, supongo, nada nacional y popular ministro de economía de la última dictadura militar, José Martínez de Hoz.
Aclaración: no pretendo asociar al ministro Massa con la dictadura militar, solo recordar que la receta de atrasar el tipo de cambio fue implementada por tal ministro del gobierno de facto. Los memoriosos recordarán la expresión “tablita de Martínez de Hoz” la cual consistió en un esquema de subas del tipo de cambio de manera periódica y prestablecida. La tablita se estableció en 1978 y colapsó en 1981. Atrasar el tipo de cambio no puede considerarse una estrategia antiinflacionaria eficiente. Tarde o temprano, el dólar oficial tendrá que des-atrasarse. Algunas consecuencias de evitar artificialmente la suba del tipo de cambio son:
• Problemas en la balanza comercial, ya que el dólar barato estimula importaciones y
desalienta exportaciones
• Brecha entre tipo de cambio oficial y paralelos, que desalienta la inversión, pues
desprenderse de dólares a un valor artificialmente bajo para conseguir pesos e
invertirlos en maquinaria, instalaciones, equipos etc; no resulta muy racional.
• Demora en liquidaciones esperando corrección del dólar oficial.
• Finalmente, corrección de la brecha cambiaria mediante brusca devaluación del peso.
Sobre el último punto cabe mencionar que las correcciones abruptas generan problemas sociales de magnitud, la historia así lo enseña mediante el episodio denominado “rodrigazo” que se produjo cuando en 1975 el ministro Celestino Rodrigo buscó corregir las distorsiones de precios acumuladas por el plan del ministro Ber Gelbard, generando un golpe inflacionario y una grave crisis social. Dado que, atrasar el tipo de cambio lleva a problemas en la balanza comercial, en la inversión y, como toda ilusión, debe forzosamente corregirse, la devaluación no surge de unos señores malos de traje reunidos en el directorio de un Banco Internacional deseosos de entrometerse en la soberanía económica argentina. Surge de los mismos descalabros económicos que llevaron a atrasar el precio de la divisa como parche temporal.
Entiendo que el FMI es una entidad antipática, a la izquierda le desagrada, y quien
escribe tampoco es fan de su existencia, aunque por motivos probablemente muy distintos: se trata de una entidad financiada compulsivamente por los contribuyentes de los países
miembros, que cobra tasas baratas a gobiernos generalmente irresponsables que han ignorado la responsabilidad fiscal. Existiendo un prestamista de última instancia, bajan los incentivos para la mesura en el manejo de las cuentas públicas.
A pesar del desagrado que pueda generar la entidad, cabe destacar que el FMI propuso metas fiscales y monetarias que el gobierno argentino incumplió. Es decir, el déficit fiscal viene resultando mayor al pactado con el organismo y la emisión monetaria para asistencia al Tesoro también ha aumentado superando lo pautado con el FMI. De haberse seguido el sendero de cumplimiento de reducción del déficit y de la emisión, la cifra inflacionaria de agosto no habría resultado tan brutal.
Atrasar el tipo de cambio consiste diferir el problema, agravando las consecuencias sociales de su inevitable corrección. El FMI es un organismo cuestionable, indudablemente, pero el ministro de economía, así como el Presidente, deberían hacerse cargo del daño generado por una gestión ineficaz, y dejar de culpar, de una vez, a factores externos. Difícilmente lo hagan.
(*) Economista. Profesor universitario y de nivel medio.