Luis Britto García
El mayor pilar de la hegemonía estadounidense era el económico, con un PIB que alguna vez fue el mayor del mundo, pero que ahora es superado ampliamente por el de China; equivale a su Deuda Externa y es aquejado por una crónica balanza comercial desfavorable. En los años 60, la manufactura reportaba 25% del PIB; ahora, apenas el 11% de éste, debido a lo cual 5 millones de puestos de trabajo han desaparecido desde comienzos del siglo. En 2019, Estados Unidos producía 10,8 millones de vehículos, y China 25,7 millones. Añadamos que sus reservas de hidrocarburos, al nivel de consumo actual, alcanzan apenas para unos 8 años.
El pilar financiero de la hegemonía estadounidense es el dólar, convertido en obligatorio respaldo de las demás monedas por los acuerdos de Breton Woods en 1944, y con cuya emisión descontrolada, -sin respaldo desde 1974- Estados Unidos ha comprado a cambio de nada los recursos y el trabajo del resto del planeta. El dólar pierde valor de manera continua; repetidos colapsos desacreditan el sistema bancario fundado en él, el conflicto de Ucrania obliga a Rusia a reforzar el rublo, y China prepara un nuevo sistema monetario con inconmovible respaldo en oro.
En contra de la tendencia globalista, gran parte de los Republicanos se declaran aislacionistas, enemigos de una creciente involucración estadounidense en el ámbito internacional, partidarios de la reinversión interna de sus propios capitales acompañada de un proteccionismo que cree empleo, revitalice sus desfallecientes parques industriales y retire a Estados Unidos de Tratados de Libre Comercio en virtud de los cuales las mercancías foráneas más baratas desplazan a las producidas localmente. Es lo que sintetiza la consigna MAGA (Make America Great Again). Los conservadores republicanos han retirado a EE.UU. de la Alianza del Pacífico, que abría sus mercados a la producción asiática y latinoamericana de dicha zona, y durante la presidencia de Trump, a pesar de sus amenazas, no se inició ninguna nueva guerra. Tal prédica parece haber calado en numerosos estratos de la clase media y la clase obrera pauperizados por las políticas globalistas y reducidos a “White trash” (basura blanca), ahora en la misma condición subordinada que afrodescendientes, hispanos e inmigrantes.
La batalla entre globalistas y aislacionistas fractura el pilar central de la hegemonía imperial, la propia integridad y unidad territorial de Estados Unidos. En trabajos anteriores incluimos opiniones selectas sobre ello. Resumimos algunas. El estadounidense Jared A. Brock sostiene que “cerca de la mitad de todos los estadounidenses quieren separarse de la Unión en una u otra dirección”. Andrew Tanner predice que “Estados Unidos está destinado a colapsar en esta década, el problema no es cuándo, sino con qué grado de violencia”. La corresponsal de guerra Janine di Giovanni apunta que “estamos profundamente divididos entre líneas tribales, desgarrados sobre temáticas tales como el control de armamentos, inmigración, y el tipo de país en que queremos vivir. La misma retórica nacionalista que llevó a Bosnia a una guerra sangrienta resuena en Estados Unidos”. Wim Dierckxsens y Walter Formento señalan que en 2019 una encuesta de la Universidad de Georgetown reveló que 67% veía como posible una guerra civil. Otra encuesta de YouGov/Economist (Reino Unido) revela que el 57% de los estadounidenses piensa que “es probable que estalle la guerra civil en un futuro no lejano”, el 14% lo considera muy probable y el 43% lo considera probable.
Según la Teoría de las Coaliciones en las Tríadas de Theodor Kaplow, entre una potencia de primera magnitud, otra de segunda y otra de tercera, la alianza más probable es la de la de la primera con la tercera. La persistente agresión estadounidense a través de la OTAN ha forzado a Rusia a estrechar lazos con China, en una confrontación en la cual lo que se disputa es el segundo lugar en la hegemonía mundial. El interés mutuo consolidará cada vez más esta alianza. En virtud de su declinación económica y política, EE.UU. no puede seguir indefinidamente incoando conflictos para que otros países los peleen por él. La lógica, que no siempre opera, vetaría también una escalada nuclear que destruiría por igual agresores y agredidos. Dados los factores que señalamos, el más probable resultado es el de la consolidación de un mundo multipolar, con múltiples actores y presencia decisiva de bloques como el Brics, el Movimiento de los No Alineados, la Celac, Unasur y el ALBA, en el cual Estados Unidos y la Alianza Atlántica verán gravemente afectada su hegemonía.










