La Federación Agraria Argentina (FAA) se fundó oficialmente en una asamblea en la ciudad de Rosario, el 1 de agosto de 1912. En un nuevo congreso el 15 del mismo mes, se discutió el estatuto y se designaron las autoridades definitivas de la nueva entidad. Francisco Netri ocupó la presidencia provisional durante esos 15 fugaces e intensos días. Antonio Noguera, un socialista pergaminense, chacarero activo y periodista, fue elegido en su lugar. Noguera, tenía línea directa con Juan B. Justo. A Netri le paso aquello de: “del plato a la boca se le cayó la sopa”.
El debate por los Estatutos fue el campo de batalla donde se dirimieron los dos proyectos. Primero, Netri le ofreció la redacción a Juan B. Justo y, después, a J. Daniel Infante, quien finalmente los hizo, pero no fueron aprobados. El que los terminó “retocando” y logró su sanción fue Narciso Gnoatto, un albañil socialista que no era colono, pero participó en el congreso como delegado en representación de Arroyo Seco; quien, a su vez, se auto excluyó de toda candidatura por no ser chacarero.
¿Cuál era la diferencia entre ambos bandos? Netri y J. Daniel Infante querían una organización de servicios para los colonos, dirigida por alguno de ellos, en donde sin ser chacarero y con solo simpatizar con la causa, cualquiera podría ser socio o dirigente. En cambio, Justo bregaba por una organización de colonos, donde serlo activo, era un requisito sine quanon para dirigirla e integrarla. El desacuerdo central se corporizaba en la figura y rol del chacarero auténtico o genuino. Una sabia definición por la que optó finalmente el congreso, a instancias de los socialistas y se mantuvo por décadas. Esto sacó a Netri (inicialmente), a Infante y a otros políticos de la cancha; y fue lo que posibilitó mantener a la FAA, por casi un siglo, lejos de las apetencias partidarias.
Tierra, política y conspiradores
Netri, nunca aceptó su derrota a manos de los socialistas. Desde el minuto uno, conspiró contra Noguera y a poco andar, en diciembre de 1912, logró destituirlo. Pero el concepto de chacarero auténtico estaba muy arraigado en la base federada. Por eso, a pesar de liderar la movida destituyente, volvió a perder. Recién en agosto de 1913, después de haber perdido cuatro congresos, fue finalmente presidente, y luego reelecto hasta su asesinato, en octubre de 1916.
Durante casi 100 años, la FAA fue la casa común de todos los demócratas que trabajaban la tierra, creían en su subdivisión y en las regulaciones del Estado. Fueran estos radicales, peronistas, comunistas, o socialistas. Menos derecha, había de todo en su base y militancia.
La autonomía de los partidos políticos y el autofinanciamiento de su estructura gremial eran sus puntos fuertes y lo que posibilitó que dirigentes de pueblos muy pequeños, sin militancia partidaria activa, resultaron elegidos presidentes.
Pero este ciclo virtuoso, de la entidad, feneció en el 2008.
Chacareros truchos
Como concepto gremial, el chacarero auténtico murió después del conflicto por los Derechos de Exportación (la famosa Resolución 125), cuando la cúpula de la FAA (Buzzi- Barchetta-Orsolini), impuso el uso indiscriminado del sistema de filiales truchas. Así se le llama en la jerga federada a aquellas secciones que no tienen vida societaria, y desde la central, se pagan las cuotas para que, en lugar de productores, pueda votar un “don nadie” cualquiera, de profesión ignota.
El truchaje de filiales es una vieja picardía estatutaria que, como forma de asegurarse el control de la entidad, Eduardo Buzzi y Cia. masificaron con la ayuda de punteros de los partidos de derecha. Así, al otro día del congreso, los medios hegemónicos titulaban: “Buzzi ganó con el 87% de los votos”. O informaron como todo normal el escandaloso congreso del 2022, financiado por el gobierno de Mendoza.
Esta situación se terminó de blanquear con una reforma estatutaria que reemplazó el sabio criterio de chacarero auténtico por el difuso de formar parte de “la ruralidad». De esta manera, un concepto sociológico reemplazó a un principio gremial. Este cambio de criterio permite que cualquier persona cercana a un campo o que le brinde algún servicio -sea camionero, abogado, empleado o estacionero- pueda ser dirigente de la entidad. Es decir, de ese mundo punteril, surgió una nueva dirigencia federada, sin historia ni trayectoria gremial. Una turrada mayúscula, protegida por el periodismo afín que, con tal de recibir alguna prebenda, nunca pregunta ¿cómo llegó la tortuga arriba del palo?
(*) Productor agropecuario; ex dirigente de la Federación Agraria Argentina.