Yo digo… La agenda del presente y del futuro

Por Carlos Heller

Hace apenas 10 días la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner habló en el estadio Diego Maradona de La Plata e hizo un llamado a “todas las fuerzas políticas” a “reconstruir el acuerdo democrático”. En simultáneo, recordó que, en ese mismo lugar, dos años atrás había afirmado que “no tenía dudas de que íbamos a crecer mucho pero que era necesario alinear precios, salarios y tarifas para que ese crecimiento no se lo llevaran cuatro vivos”.
Se trata de dos temas interrelacionados. Por un lado: restablecer el pacto democrático en términos de reglas de convivencia, tolerancia y supresión de la violencia. Por otro: seguir trabajando para mejorar la distribución del ingreso, los salarios tanto formales como informales, la inclusión y la igualdad, entre otros indicadores. Y para el retroceso sostenido de los índices de pobreza e indigencia.
Respecto de la Justicia, consideró: “donde no hay jueces puestos a dedo, ‘presionables’ y puestos en sus cargos, el sistema funciona”. Y agregó: “no es bueno para la democracia que sean jueces los que deciden sobre las políticas económicas”. Además, puso como ejemplo: “la inflación del 6,3% de este mes, uno ve que las telecomunicaciones, la internet, subió 12 puntos. ¿Saben por qué? Porque hay jueces que dijeron que la regulación no se debe aplicar. No crean que esto no influye en la vida de los argentinos”.

Punto de quiebre
Estos temas no se despliegan en el vacío. Están condenados a encontrar resistencias, oposiciones y condicionamientos de todo tipo. Su discusión pública y la implementación de políticas alrededor de ellos plantean niveles de dificultad crecientes y hacen necesaria una posición sustentada en una suficiente acumulación de fuerzas para imponerlas. En este sentido, la Vicepresidenta señaló que es momento de “acordar políticas, porque las elecciones se pueden ganar, pero los condicionamientos son tan graves que los argentinos necesitamos tirar todos para el mismo lado. Si no es así, será difícil para cualquiera”. En su discurso también aseguró que “el gran punto de quiebre fue volver a un brutal endeudamiento del país, que condiciona absolutamente nuestras políticas, porque tenemos que destinar recursos, no para agregar valor, sino para pagar deudas”.
Se trata de un punto de vista que reivindica la necesidad de avanzar con distintas transformaciones pero que, al mismo tiempo, es consciente de las dificultades que ello supone. No nos sobra nada. Más aún: es probable que aun reuniendo todas las fuerzas que tenemos no nos alcance. Por lo cual, no sólo es necesario lograr la unidad: también es necesario ampliarla.
El desafío es el de siempre: intentar sumar a todos los parecidos. Raúl Alfonsín buscó avanzar con el tercer movimiento histórico. Néstor Kirchner intentó la transversalidad. Cristina ha sostenido la necesidad de la amplitud. Sin la reunión de toda la fuerza política posible las transformaciones son testimoniales: están en los discursos, pero es muy difícil hacerlas realidad.

Defender la democracia
La estrategia del neoliberalismo en la Argentina, y en toda América Latina, consiste en debilitar o neutralizar la discusión pública: intenta transformar la mayor parte de los debates en agravios y descalificaciones personales, en oportunidades para incentivar el ejercicio de la violencia y la negación del otro. En lugar de profundizar la democracia, lo que busca es debilitarla.
En otro orden de cosas, en la semana el Senado aprobó el Presupuesto 2023. Entre sus postulados, sobresale que la Argentina tendrá un plan de desaceleración de la inflación sin caer en políticas de shock. El objetivo inflacionario para el año 2023 es 60%. Es decir, 4% mensual. El resto de las variables están alineadas con estos números. ¿Por qué esto es relevante? Porque las políticas de shock siempre contienen fuertes ajustes. Detrás de una gran devaluación hay un reacomodamiento de todos los precios de la economía a esa devaluación. En esos casos, el costo siempre lo paga la ciudadanía, sobre todo los sectores populares. En cambio, tratar de transitar gradualmente la escalera descendente de la inflación es buscar que no caigan nuevos costos sociales sobre quienes ya han sido castigados por diferentes crisis o políticas antipopulares.
Hay un plan serio y cumplible contemplado en el Presupuesto. Por supuesto, hay una gran inestabilidad global y los presupuestos están insertos en ese mundo lleno de incertidumbres.
El gobierno trabaja con intensidad tanto en la gestión cotidiana como en la fijación de los grandes temas estratégicos. Trabaja en el corto y en el mediano plazo. En un marco de dificultades crecientes tiene un plan y propone un futuro.