Yo digo… Indicios aterradores

Por Arturo Brooks

En los últimos meses, hemos sido testigos de un progreso sorprendente en la acción climática pero, al mismo tiempo, de los aterradores indicios de los peligros que hemos desatado.
Si asumimos que todos los países cumplen con sus últimos compromisos en virtud del Acuerdo Climático de París, el mundo estará en camino de alcanzar unos 2,4°C de calentamiento por encima de los niveles de los finales del siglo XIX. Sigue siendo mucho, pero algunos científicos advierten de que nos dirigimos hacia un planeta con una temperatura de 4°C más alta o incluso más a finales de este siglo.
En términos generales puede decirse que hemos empezado trágica, desastrosa e imperdonablemente tarde la acción contra el cambio climático. Mientras nos prometemos reducir las emisiones más rápido en el futuro, la medida que más importa ha seguido creciendo: las emisiones globales alcanzaron su nivel más alto en 2021, cuando la economía mundial se recuperó de los abismos de la pandemia.
Todavía tenemos que ver hasta dónde llegaron las emisiones en 2022, pero el conflicto de Ucrania disparó los precios del gas natural, lo que impulsó la demanda de carbón al máximo histórico establecido hace una década.
Hasta ahora sólo hemos logrado reducir la velocidad a la que estamos empeorando el cambio climático, a pesar de que hemos empezado a ver lo peligroso que realmente es. Durante este verano en el hemisferio sur hemos sido testigos de la creciente pérdida ecológica, económica y humana causada por sólo 1,2°C de calentamiento, y hemos observado indicios inquietantes de cuánto podría empeorar.

Tierra inhabitable
Las olas de calor extremo el año pasado batieron récords en todo el planeta, quemando partes de Japón, India, China, Europa y Estados Unidos: las temperaturas en Londres alcanzaron los 40°C. En Sacramento (California), marcaron 47°C. Jacobabad (Pakistán) llegó a 51°C. Todos registros inéditos hasta ese momento.
Las olas de calor se encuentran entre las formas más mortales de clima extremo, y varios estudios encuentran consistentemente que el cambio climático aumentará drásticamente las muertes asociadas en todo el mundo.
Las olas de calor se han vuelto tan intensas en tantos lugares, año tras año, que los científicos tienen dificultades para comprender si nuestros modelos climáticos captan completamente todas las fuerzas que están en juego y si reflejan las temperaturas abrasadoras que podrían ocurrir a medida que las concentraciones de gases de efecto invernadero siguen creciendo.
Mientras que 2,4°C de calentamiento supera sin duda los temores anteriores del libro “Tierra inhabitable”, una investigación reciente encuentra que tan sólo 1,5°C podría comenzar a empujar al planeta más allá de los puntos críticos que desencadenan el colapso del ecosistema. Seguro que ya han escuchado estas advertencias antes, pero vale la pena repetirlas: la desaparición de los arrecifes de coral en las aguas oceánicas que hemos calentado, acidificado y contaminado simultáneamente destruirá el hábitat y las zonas de desove de una gran parte de las especies marinas. Las capas de hielo polar que se desmoronan subirán los niveles de los océanos y reflejarán menos calor hacia el espacio. Los bosques moribundos y el deshielo del permafrost liberarán enormes reservas de potentes gases de efecto invernadero.

Urgencia y obligación
Existen interminables debates sobre lo optimistas, pesimistas o fatalistas que deberían ser las personas en cuanto a la acción contra el cambio climático y la amenaza que este supone, y si los científicos, los formuladores de políticas y los comunicadores impulsarán más cambios a través de un mensaje de esperanza o de miedo.
Las personas reaccionan de distintas maneras a diferentes informaciones y emociones. Así que nuestra mejor apuesta es simplemente perseguir la verdad. Existe un riesgo muy serio de que las naciones retrocedan en sus compromisos y temo que el calentamiento global pueda desencadenar amenazas, conflictos y caos que superen nuestra capacidad de adaptación en muchos lugares.
Las emergencias crecientes y superpuestas pondrán a prueba nuestros recursos e infectarán nuestra política. Y sabemos con certeza que las regiones más calurosas, más pobres y más vulnerables son las que sufrirán más, aunque hayan hecho poco para provocar el cambio climático.
Los más pobres también sufrirán de manera desproporcionada en las naciones más ricas, muriendo a causa de inundaciones, incendios y golpes de calor a solo una calle o una manzana de donde otros viven muy bien.
Pero lo que muestran los signos del progreso climático es que tenemos el potencial tecnológico y la capacidad económica para limitar el calentamiento del planeta. Eso significa que tenemos el deber de hacer aún más.