Yo digo… Ichu, la planta con potencial futurista

Por Álvaro Ballesteros

A más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, en la región de Corani (Perú), las temperaturas oscilan de manera abrupta. Allí los termómetros pueden pasar de marcar 20°C durante el día a 30°C negativos de noche, especialmente en la temporada invernal. Sin embargo, incluso en este clima extremo, también crece la vida.
De manera salvaje, por la estepa andina, se extiende el ichu, una planta que crece también en Ecuador, Chile, Bolivia y la Argentina, usada tradicionalmente para la alimentación del ganado o la elaboración de cestas. No existen numerosas referencias bibliográficas sobre este recurso, pero en 2015 una investigación del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) arrojó que las fibras de ichu poseen una conductividad térmica excepcional. A partir de este estudio un grupo de jóvenes trabajadores de Bear Creek Mining, empresa especializada en la exploración minera con sede en Canadá, están dando continuidad a las investigaciones, desarrollando diferentes iniciativas para mejorar la calidad de vida de la población y generar un impacto positivo a través de sus avances.
Las cualidades de esta hierba y las ideas de estos jóvenes ya han dado algunos resultados. A partir de la fibra de ichu mezclada con una resina especial se han fabricado paneles para mejorar el aislamiento de viviendas y se ha motivado la creación de domos, unas pequeñas viviendas con forma de iglú. El ichu es un excelente aislante térmico, acústico e ignífugo.

Mirada al espacio exterior
La temperatura no es el único factor con el que la población andina debe lidiar. El índice de radiación ultravioleta (UV) en esta región es elevado: se estima que por cada 1.000 metros de la altitud la radiación UV aumenta hasta un 12%. Los jóvenes de este centro ven esta situación como una oportunidad para desarrollar productos como protectores solares a partir de ichu e, incluso, imaginar la posibilidad de crear trajes espaciales empleando este material.
Detrás de esta última idea se encuentra Andrés Franco, licenciado en Administración, con especialización en Biología, Química y Medicina. Al ver los problemas que sufrían los visitantes que acudían a esta región, como el conocido como “mal de altura”, pensó en un traje turístico con el que paliar ese tipo de problemas. Pero pronto imaginó integrar esta visión en los trajes espaciales. «La intención es crear un producto con recursos locales, pero que genere un beneficio increíble en la sociedad y que permita a las personas estar cómodas en estos lugares con climas especiales”, asegura.
Por el momento, se encuentra en una fase temprana de desarrollo. Se ha creado una tela a partir de ichu sobre la que están experimentando, mezclándola con materiales como la soda cáustica, la glicerina, nanómetros de plata -utilizado para generar campos magnéticos y eléctricos- y el cushuro, un alga que crece en lagunas y arroyos de Los Andes, y que cuenta con una gran capacidad de protección contra la radiación ultravioleta.

Con los pies en la tierra
La investigación realizada en torno al ichu por los jóvenes trabajadores de Bear Creek Mining en Perú responde al proyecto de innovación social que la compañía está desarrollando en esta remota localización. Para ello desarrollaron varios programas en materia de salud, que estableció la iniciativa “manos limpias, cuerpos sanos”, con el objetivo de reducir graves enfermedades intestinales, de nutrición, con la creación de invernaderos para el cultivo de frutas y verduras.
Utilizan los llamados “fab lab”, talleres de fabricación digital que nacieron en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, y que replican en Corani. Tienen impresoras 3D y equipos que van adaptando para que gente sin conocimientos específicos entiendan qué es la innovación y tecnología. Además del desarrollo de estas nuevas oportunidades, la iniciativa también pretende reducir las desigualdades entre hombres y mujeres de las comunidades. Ofrecen un valor agregado a los recursos de la zona, respaldando las costumbres ancestrales y estimulando a nuevos emprendedores.
Aun así, todavía queda mucho camino por recorrer. En Perú existe una falta de apoyo por parte de las instituciones y a estos hechos, hay que sumar la realidad política y social del país que, desde finales de 2022, tras la detención de Pedro Castillo, se ha tornado aún más compleja. No obstante, mientras tanto, en la estepa andina la investigación y la innovación se siguen abriendo paso para convertir una de las regiones menos desarrolladas en una zona atractiva por su talento y riqueza. Porque sus innovaciones no solo surgen de la tierra, sino que ponen la mirada en el espacio exterior.