Por Carlos Heller
El gobierno nacional continúa avanzando con una serie de medidas que apuntan a retrotraer los valores de los alimentos esenciales, ante la disparada que mostraron en las últimas dos semanas. En la génesis del proceso está el comportamiento de los formadores de precios, que para incrementar sus márgenes de ganancia tratan de aprovechar la extraordinaria suba de los precios internacionales de las materias primas producto de la guerra.
En el caso del trigo, se alcanzan valores no vistos al menos en los últimos 40 años y los contratos de futuros (a mayo) ya subieron cerca del 23% en el último mes. Esto afecta directamente el valor de productos esenciales como el pan, los fideos, y todo un conjunto de derivados. El gobierno no puede quedar al margen, y el desacople se vuelve más que necesario, ya que definitivamente el país está quedando preso de sus propias ventajas.
Comportamiento especulativo
Para intentar aminorar los efectos sobre el poder adquisitivo de las familias, el gobierno avanzó con la creación del Fondo Estabilizador del Trigo, que se financiará con la suba de las retenciones al aceite y la harina de soja, las cuales pasaron del 31 al 33%, retornando a la alícuota que regía al finalizar el mandato de Mauricio Macri. Estos recursos serán destinados a subsidiar la harina industrial, fijándose un precio para la tonelada de trigo con destino al mercado interno.
Se apunta a que el pan llegue al consumidor final con un valor de entre 220 y 270 pesos el kilo, y no a los 320 pesos que llegó a venderse en el AMBA.
Según información de la Secretaría de Comercio Interior, los molineros elevaron el precio de la bolsa de harina de 25 kilos de 1.300 a 1.900 pesos alegando que no había trigo, mientras acopiaban en sus molinos 1.100.000 toneladas de trigo. No entregaban trigo, subían el precio y estrangulaban el abastecimiento de harina.
Se produjo también un incumplimiento de las pautas de Precios Cuidados para 580 productos en un rango promedio, que superó el tope acordado en más del 14%. En este marco el Gobierno identificó y denunció el comportamiento especulativo de 12 empresas que no cumplieron con el programa acordado tiempo atrás.
La locomotora de la inflación
Según el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, “hubo un ataque especulativo con un conjunto de precios alimenticios cuyas subas fueron inexplicables, fuera de cualquier tipo de pauta acordada”, e instó a la cadena alimenticia a rebajarlos a más tardar hasta el lunes próximo.
Ante la posibilidad de aplicar legítimamente la Ley de Abastecimiento, las grandes empresas amenazaron con judicializar la medida y señalaron que “si esto sigue así, los focos de manifestaciones del campo se van a convertir en una gran movilización, con protestas en las grandes ciudades del país”, incluida Buenos Aires. La presión de estos conglomerados está siempre presente, sin considerar la importancia de lo que se juega para grandes sectores de la población: el acceso a los alimentos más esenciales.
También se trabaja para que a partir del 7 de abril estén actualizados los Precios Cuidados (más de 1.300 productos) y para que haya una canasta acotada de 60 productos para los comercios de cercanía, como almacenes, supermercados chinos y autoservicios de barrio.
Desde otro punto de vista, el comportamiento especulativo de ciertos sectores fue bien sintetizado por el presidente del BCRA, Miguel Pesce: “Necesitamos que las empresas de consumo masivo respondan a los tirones (impulsos) de la demanda agregada por los resultados de las paritarias y las políticas públicas, con más producción y no con más aumentos de precios”. Aún hay capacidad ociosa en las industrias, se necesita que se produzca más y también garantizar el abastecimiento del mercado interno a precios acordes a la realidad local.
El desafío del equilibrio
Estoy convencido de que la puja distributiva y las expectativas son hoy en día el combustible que hace funcionar a la locomotora de la inflación. Esto es lo que debería modificarse: los grandes grupos económicos queriendo maximizar sus ganancias y la generación de la expectativa del “por las dudas” que hace que todo se remarque.
Está claro que la búsqueda del equilibrio es todo un desafío. Eso lleva a la necesidad de establecer prioridades que se condigan con cada una de las coyunturas. Cuando se tienen capacidades reales para hacer más y no se avanza, no es bueno. Tampoco lo es pretender ir por encima de las posibilidades en cada momento.