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sábado, diciembre 14, 2024

Yo digo… El sentido del humor

Por David Bueno (*)

Reír, o simplemente sonreír, es uno de los grandes pequeños placeres de la vida. Según un estudio realizado en 2014, los adultos sonreímos unas 20 veces cada día, ¡pero los niños lo llegan a hacer casi 400 veces!
Pero hay mucha variabilidad, desde personas muy risueñas y que tienen un gran sentido del humor hasta otras parecen haberlo perdido. Hace tiempo que se sabe que existe una correlación directa entre la risa o la sonrisa y el bienestar físico y emocional: disminuye el estrés, lo que repercute favorablemente en la salud física y mental, facilita las relaciones sociales y provoca el liberación de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor que mejora el estado de ánimo.

Herramienta eficaz para el bienestar
Un artículo reciente publicado en la revista Health Communication (publicación científica con una estricta política de revisión por pares, es decir todos los artículos se han sometido a una revisión anónima doble ciego), analiza cómo tener un buen sentido del humor también beneficia a la salud física y mental. Pienso que merece la pena comentarlo por las implicaciones en nuestro día a día y para destacar la importancia de trabajar una actividad tan básica como es el sentido del humor. Que yo sepa, no hay ningún currículum educativo que lo recoja de forma suficientemente explícita, pero como veremos las ventajas que comporta para el cerebro y la vida mental son muy importantes. Y, además, no todos los sentidos del humor son equivalentes. En el caso concreto de los currículos vigentes en la mayoría de los países, por ejemplo, sólo se hace una breve mención cuando se habla de las competencias de interacción oral, pero sin desarrollarlo.
El sentido del humor se define como el conjunto de mensajes verbales y no verbales que transmitimos de forma intencionada para provocar sonrisas o risas en otras personas. A nivel psicológico es una herramienta muy eficaz para ayudarnos a afrontar situaciones complicadas, ya que contribuye a relativizar nuestros problemas y tomar distancia emocional, haciéndolos más fáciles de llevar. En este trabajo que comento se ha visto que también existe una correlación directa entre la calidad del sentido del humor que tiene una persona y su sensación de bienestar, que se traduce en una mayor autoestima, una satisfacción vital más completa, una mayor sensación de optimismo y un sentimiento de soledad mucho menor. Por lo que respecta a este último aspecto, diversas encuestas de opinión indican que el sentimiento de soledad puede llegar a afectar a un 60% de la población, y por varios trabajos de neurociencia cognitiva se sabe que incrementa emociones como la tristeza y la angustia, las cuales, a su vez, si no se reconducen, pueden afectar negativamente a la salud física y mental. Sólo por todo esto que he comentado considero que ya es importante trabajar el sentido del humor, pero aún hay más.

Nutrir la flexibilidad cognitiva
Que el sentido del humor se correlacione con mayor sensación de bienestar y con un menor sentimiento de soledad era previsible, según reconocen los autores del trabajo. Sin embargo, también se ha observado que se correlaciona con otra capacidad mental interesantísima, la flexibilidad cognitiva. Consiste en la habilidad de pensar en diferentes conceptos simultáneamente, de adaptar el comportamiento de forma dinámica en respuesta a los cambios que se producen en el entorno y de modificar conscientemente la forma de pensar en cuanto a cualquier aspecto determinado. La flexibilidad cognitiva contribuye a la capacidad creativa y al mismo tiempo se nutre de ella, dado que es necesaria para buscar alternativas nuevas a cualquier situación o reto que nos encontramos.

Ni sarcasmos ni ridiculizaciones
Ahora bien, como también han visto los autores de este trabajo, no todos los sentidos del humor son equivalentes y tienen efectos beneficiosos. Se ha visto que las consecuencias positivas respecto a la salud mental y física de la persona que la exhibe no se producen cuando el sentido del humor se basa en el sarcasmo o en la ridiculización, es autodestructivo o no tiene en cuenta l impacto que puede tener sobre las demás personas. Pienso que todos estos aspectos son suficientemente destacables para la vida de las personas y para potenciar unas relaciones sociales sanas, dignas y dignificadoras, porque valoramos la importancia y la conveniencia de reflexionar sobre el humor, para potenciarlo y trabajarlo de forma explícita a cualquier edad.

(*) Doctor en Biología. Profesor de Genética Biomédica Evolutiva y del Desarrollo de la UB.

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