Luis Britto
Los energías fósiles, que actualmente suplen el 78,4% del consumo energético del mundo no son renovables y resulta por tanto inevitable su agotamiento. La extracción de hidrocarburos, motor fundamental del desarrollo de los países hegemónicos desde fines del siglo XIX, se hace progresivamente más escasa y costosa, y tiende hacia un “Pico” o “Tope”, en el cual la cantidad de energía necesaria para extraerlos es mayor que la que estos rinden. Materia tan compleja genera pronósticos disímiles, pero todos anticipan su proximidad.
British Petroleum calcula que nunca retornará al nivel de 2019, “la marca más alta en la historia del petróleo”. El ministro de Finanzas ruso Vladimir Kolichev coincide: “el pico del consumo bien podría haber pasado”. La compañía estatal Equinor (Noruega) sitúa el derrumbe de la producción hacia 2027-28. La francesa Total SA hacia 2030. La estimación más optimista es la de la OPEP, que lo fecha hacia 2040, dentro de 18 años apenas.
La Agencia Internacional de Energía calcula una disminución de la producción de más del 50% en los venideros 25 años, de 69 millones de barriles diarios hoy en día a 33 millones en 2040. Estas cifras no significan que se acabarán los hidrocarburos, sino que serán cada vez más escasos, su extracción más costosa y su rentabilidad menor, hasta tornarse antieconómica.
Dichas cifras son los motores de la actualidad mundial. Los altisonantes llamados de la Conferencia de Glasgow a suprimir las emisiones de carbono no expresan una generosa decisión de los grandes capitales de dejar de consumir hidrocarburos, sino una desesperada búsqueda de fuentes alternativas ante el declive anunciado de su producción. El conflicto de Ucrania azuza a la Unión Europea y a la OTAN contra Rusia para impedir que ésta venda su gas licuado a Europa a través del gasoducto Nordstream 2, forzando así un mercado cautivo para los costosísimos hidrocarburos de fracking de Estados Unidos. Las guerras de Afganistán, Irak, Irán, Libia, Siria, Yemen y el brutal acoso contra Venezuela son latrocinios de hidrocarburos o de vías para su transporte.
El primer lugar global en reservas probadas corresponde a Venezuela, con 503.806 millones de barriles. Arabia Saudita sigue con 260.000 millones de barriles, poco más de la mitad. El tercer lugar corresponde a Canadá (171.000 millones). Siguen Irán (157.800 millones), Irak (143.000 millones), Kuwait (104.500 millones), Emiratos Árabes Unidos (97.800 millones), Rusia (80.000 millones) y en el décimo lugar, Estados Unidos, el primer consumidor del mundo, con sólo 38.200 millones. La gigantesca China ocupa el puesto 14° (25.000 millones). Los países de la Unión Europea ocupan el 22° (5.718 millones) y Reino Unido el 27° (3.600 millones de barriles).
Las reservas de gas son bastante similares. Esto explica por qué los mayores consumidores de energía fósil del planeta (Estados Unidos, Unión Europea y Reino Unido), llevan más de un siglo coligados asaltando, destruyendo, bloqueando, interviniendo, ocupando, robando, coaccionando y caotizando a los países que la producen.
Difícil resumir los contundentes efectos del declive en la extracción de energía fósil: es sumamente improbable que las energías renovables, que actualmente cubren sólo el 21,6% del consumo energético del mundo, puedan en pocas décadas cubrir el total de éste. La falta de hidrocarburos aliviará en algo el efecto invernadero, pero deprimirá la industria, la concentración urbana y la agricultura misma por falta de fertilizantes y maquinarias agrícolas y transporte para sus productos.
La anarquía del dividendo por encima de todo ha llevado al saqueo energético, a la hiper concentración de capitales, al consumismo de minorías a costa de la pauperización de todos, a la contaminación masiva, a la recurrente crisis que sólo se alivia con guerras que desatan crisis peores. Perpetuar este insoportable estado de cosas requiere consecutivas alianzas de los países más devoradores de energía fósil para saquear a los que la producen. Ello requiere un incrementado gasto militar que se aplicaría a la caotización de los países que no se pueda dominar y a la destrucción de sus economías (como en Afganistán, Siria, Ucrania, Yemen, Rusia o Venezuela).
Parte de los países productores de energía fósil forman parte del BRICS o son aliados de la organización. Es indispensable consolidar esta unión para evitar que los hidrocarburos todavía disponibles sean saqueados, y en lugar de ello aplicarlos en forma planificada y humanitaria a la satisfacción de necesidades esenciales y la generación de energías renovables. Dejarlos a la merced de la rapiña podría afectar gravemente la continuidad de la civilización.