Yo digo… El Diablo nunca duerme

Por Arturo Brooks

Los lobos no son una especie particularmente especial. No son tan amenazadores ni tan poderosos como los pumas. No son tan grandes como muchos otros depredadores, ni tan fuertes, ni terriblemente sabios, ni tienen herramientas sofisticadas o disposiciones genéticas que los hagan individualmente peligrosos en el reino animal. Su habilidad para capturar presas más dignas que ellos mismos es el resultado de la colaboración, de la manada.
Una vez que se elige la presa, la manada primero se dispersa y luego rodea a la víctima: algunos lobos por el frente, otros por la espalda. La característica temida que define a la manada de lobos es que no trabaja sola. El lobo solitario, en el reino animal, no es poderoso; es débil. El lobo, actuando solo, no es algo que temer. Los lobos solitarios no masacran, porque no pueden.

Crimen de odio
El joven Payton Gendron, de 18 años, presuntamente fue a cazar el sábado a un supermercado después de viajar más de 300km desde su casa. La policía dijo que estaba fuertemente armado, que vestía equipo protector de estilo militar, y que disparó a matar al menos a 10 personas, hiriendo a tres más. Casi todas las víctimas eran negras. El supermercado está en un área predominantemente negra de Buffalo, Nueva York. El evento fue, según un manifiesto escrito por el mismo Gendron, “una masacre racista”.
Cuando escribimos, pensamos y enjuiciamos tales crímenes de odio, tendemos a centrarnos en si el agresor actuó solo. En este caso, parece que Gendron no tuvo cómplices. Es un presunto tirador solitario o, en la jerga de nuestro tiempo, un “lobo solitario”, un término que se usa para diferenciar la masacre de los actos de terrorismo más sofisticados organizados por grupos como ISIS que generalmente involucran a varias personas y una planificación matizada.
Pero ese lenguaje de lobo solitario no es el adecuado en una era en la que el odio y la radicalización ahora sirven como representación del rebaño colaborativo, de los co-conspiradores y cómplices. Gendron no estaba solo. Su misión fue eficaz porque se apoyaba en un aparato que proporcionaba la ideología y los medios para la caza. Según la evidencia de un manifiesto que supuestamente publicó el jueves por la noche, Gendron no se percibía solo: tenía a su gente; ellos estaban allí para él.
Como para dejar eso en claro, el sábado transmitió en vivo con una cámara instada en su casco algunas de sus acciones, un gesto performático para una audiencia que ya existía.
Para enfatizar que no atacó a sus víctimas por azar, Gendron escribió que eligió el supermercado “Tops” específicamente porque está en un área demográfica que tiene poco más del 1% de población blanca. Y para que no quede ninguna duda, escribió la palabra “Negro” en la punta de su arma, una palabra perfectamente visible en la cinta de video del alboroto.

El gran reemplazo
El lenguaje por sí solo no puede cambiar el extremismo violento que es parte de la sociedad estadounidense, que el presidente Joe Biden describió esa misma noche como “terrorismo doméstico alimentado por el odio”. Las plataformas de redes sociales deberían rendir cuentas, pero el lenguaje tiende a excusar a la manada. Biden parece entender esto ya que casi no se refirió al perpetrador, la idea central de su declaración fue una forma de avergonzar y culpar públicamente a la red racista que sostiene ese pensamiento. Después de todo, una vez más, los negros fueron perseguidos por un racista blanco.
El manifiesto del asesino es una oda a una variante particular del odio, propugnada por líderes políticos y conservadores de los medios, llamada teoría del “Gran Reemplazo”. Extraída del miedo de los extremistas europeos a los inmigrantes musulmanes, la variante estadounidense ha surgido de cambios demográficos innegables. El año en que Donald Trump fue elegido presidente, 2016, también fue el primer año en que la Oficina del Censo de EE.UU. informó que nacieron más bebés no blancos en Estados Unidos que bebés blancos.
En esencia, la idea de un “gran reemplazo” tiene que ver con la violencia, porque la noción de desplazamiento justifica la eliminación de las partes responsables de ocupar tu lugar. Su misma presencia, no sus ideas, políticas o patrones de votación, es la amenaza.