Yo digo… El cerebro económico (Parte II)

Doctor en Biología

Por David Bueno

En general, las personas mostramos una preferencia por los refuerzos que se obtienen de forma inmediata. Además, la mayoría de las personas prefieren refuerzos inmediatos más pequeños que demorados más grandes. Por ejemplo, los participantes de varios estudios prefieren recibir ahora 50 dólares en lugar de tenerlos una semana después. No obstante, ante de la hipotética situación de recibir 50 dólares en 55 semanas o 55 dólares en 60 semanas, la mayoría de las personas suelen elegir la opción de mayor magnitud (55 dólares). En ambas situaciones hipotéticas la diferencia es de 5 dólares; no obstante en la primera situación los 50 dólares se pueden recibir de forma inmediata, mientras que en la segunda situación tanto los 50 como los 55 dólares se recibirán de forma demorada, aunque entre ambos haya también una diferencia de una semana. Hay que tener presente que no todas las personas somos iguales y esto también se puede extrapolar a la toma de decisiones en contextos económicos. Cuando tenemos que tomar la decisión de elegir entre dos cantidades de dinero que pueden ser recibidas en momentos diferentes, la elección de una cantidad que se puede obtener de forma inmediata activa una parte de nuestro cerebro. La magnitud en la que se activa esta región parece monitorizar cuánto una persona valora un refuerzo recibido con demora. En este sentido se da una menor activación delante de refuerzos futuros (demorados) en las personas que son muy reticentes a esperar. Estos resultados sugieren que cuando nos enfrentamos a una decisión que nos lleva a elegir entre un refuerzo inmediato y un refuerzo demorado, un determinado patrón de actividad cerebral resultará probablemente en una preferencia por el refuerzo inmediato (por ejemplo, elegir recibir 50 dólares hoy en lugar de 55 la próxima semana). Mientras que cuando tenemos que elegir entre dos refuerzos demorados (como en el segundo caso), el cerebro nos permitiría centrar la toma de decisión en la valoración de la magnitud de refuerzo más que en su proximidad temporal (y, por ello, preferir recibir 55 dólares en 56 semanas que 50 dólares en 55 semanas).

Riesgos y recompensas
Diferentes estudios llevados a cabo con técnicas de neuroimagen funcional han aportado evidencias que sugieren que las regiones del cerebro que anticipan la ganancia y la pérdida son distintas. La preferencia por un determinado producto activa una pequeña región de la base del cerebro, mientras que si el precio del producto es excesivo se activan y desactivan otras regiones cerebrales antes de tomar la decisión de comprarlo.
Por otro lado, diferentes estudios han mostrado en contextos de compra e inversión que las opciones altamente valoradas por la persona inducen un aumento de la actividad de otra región cerebral. En ese mismo tipo de contextos, la consideración de opciones que entran en conflicto en diferentes dimensiones aumentan la activación de otra parte diferente de nuestro cerebro. Estas dos regiones cerebrales podrían actuar de manera conjunta y complementaria para comparar diferentes opciones y promover así, la consecución de la opción más valiosa para la persona.
Además de toda la información relacionada con la anticipación de un determinado refuerzo, la información del resultado obtenido también resulta de cardinal importancia en el procesamiento que se lleva a cabo. En sentido absoluto sería el refuerzo que se ha conseguido en sí mismo, mientras que en sentido relativo sería más complejo en tanto que se podría comparar el refuerzo que hemos recibido con el refuerzo que podríamos haber recibido en una situación determinada. Trabajos realizados con técnicas de neuroimagen funcional han relacionado la actividad de una estructura localizada en el interior del cerebro tanto con los resultados obtenidos en términos absolutos, como en términos relativos.

Reconocimiento
Uno de los puntos clave en la interpretación de los estudios de Neuroeconomía es hasta qué punto las decisiones que tomamos como consecuencia de nuestra actividad cerebral, vienen condicionadas por nuestra constitución genética. Se han encontrado diversas variantes de distintos genes implicados en el funcionamiento y la plasticidad cerebral que contribuyen a diferencias tangibles en la toma individual de decisiones.
En definitiva, en nuestro cerebro contamos con circuitos neurales que facilitan el aprendizaje y la construcción de preferencias, otros que modulan la toma de decisiones de riesgo y otros que contribuyen a la resolución de situaciones que generan incertidumbre. La Neuroeconomía explora cómo el cerebro participa en la toma de decisiones y cómo interaccionan la razón y la emoción. No por casualidad, un psicólogo (Daniel Kanhenman) ganó el Premio Nobel de Economía.