Yo digo… ¿Cómo, por qué y para qué hay que votar a Sergio Massa?

Por Pedro Peretti

La gobernabilidad de la provincia de Buenos Aires necesita una protección política adicional a causa del injusto sistema de coparticipación, que tiene la Argentina. Esto se da a partir de los puntos que cedió el ex gobernador radical Armendáriz, que la hace muy vulnerable. Si el ejecutivo nacional no es del “palo» la situación se complica al extremo y la gestión pierde potencia. Esa dependencia del gobierno federal la deja siempre a tiro de la desestabilización. Por ende, la supervivencia exitosa de Axel como gobernador depende más que nada de quién maneje el Ejecutivo Nacional. Este es un condicionante insoslayable e independiente de la calidad de la gestión del gobernador, que en este caso es excelente. Una buena gestión a favor del pueblo es lo primero que te pone en la mira de la derecha, el mejor ejemplo de esto es la propia CFK o Boudou. Por eso Axel o Wado son -además- cuadros estratégicos de nuestro espacio, a los cuales hay que garantizar el mejor marco institucional y económico para que puedan avanzar en la representación de los intereses populares.
No son detalles los que marcamos, son razones más que valederas para que militemos en forma responsable la fórmula Massa-Rossi, aunque no sea la que más nos guste. Su triunfo tiene un gran interés político estratégico, y práctico para defender la causa del pueblo.
Y más en esta coyuntura, donde debemos conservar derechos y mejorar la distribución, mientras nos preparamos para volver al gobierno plenamente, no a medias, o por aliados como ahora. En este punto, también, es fundamental el control de gestión que pueda hacer el entramado legislativo que acompaña la fórmula, así como la organización y movilización popular.
La política no es una obra de teatro de una sola escena, donde lo que nos gusta debe suceder si o si; es un hecho colectivo como dicen Wado y CFK.; y se construye ladrillo sobre ladrillo, con paciencia “porque no hay cosa más sin apuro que un pueblo haciendo su historia”. Entender el momento es la parte del camino que hace historia.

Una muerte que marca

En la mañana de ayer, nos enfrentamos a una trágica noticia que nos conmueve profundamente. Williams Tapón, el joven quien había protagonizado un incidente lamentable en un partido de fútbol, al propinarle una patada en la cabeza a un árbitro, tomó la decisión más drástica y acabó con su propia vida. Este hecho nos invita a reflexionar sobre la presión mediática y el impacto devastador que pueden tener los ataques en redes sociales.
La muerte de Williams Tapón es una tragedia en todos los sentidos. Primero y más importante, es una pérdida de una vida joven y llena de potencial.
Sin embargo, no podemos ignorar el contexto en el cual se desarrolló esta tragedia. Desde el incidente en el partido de fútbol, los medios de comunicación ejercieron una presión feroz sobre Williams Tapón. Los titulares sensacionalistas y la cobertura excesiva generaron una atmósfera de hostilidad hacia él, que solo aumentó la presión sobre sus hombros.
Las redes sociales, por su parte, se convirtieron en una plataforma de ataques y linchamiento virtual, en la cual el odio y la crueldad parecían no tener límites. Es fundamental que como sociedad reflexionemos sobre el papel que desempeñamos en estos eventos. Si bien es cierto que su comportamiento violento merecía ser sancionado y repudiado, no podemos permitir que nuestra indignación se convierta en una cacería de brujas. Debemos recordar que todos somos seres humanos susceptibles a cometer errores y que, en momentos de crisis, necesitamos compasión y empatía más que nunca.
La presión mediática y los ataques en redes sociales pueden tener consecuencias devastadoras para la salud mental y emocional de las personas involucradas. Es necesario que los medios de comunicación y los usuarios de las redes sociales asuman una responsabilidad ética al informar y comentar sobre estos casos.
La sensacionalización y el linchamiento virtual solo contribuyen a alimentar un ciclo vicioso de odio y sufrimiento. Es momento de replantearnos cómo utilizamos los medios de comunicación y las redes sociales.
Debemos fomentar un ambiente en el cual la crítica sea constructiva y las discusiones estén basadas en el respeto mutuo. Una vida se ha perdido, pero podemos aprender de esta tragedia y trabajar juntos para evitar que situaciones similares ocurran en el futuro.