Alfredo Serrano (*)
Ni el tipo de cambio se ha duplicado ni la economía se ha quebrado. Ningún gran banco se ha ido del país, ni petrolera alguna. Los propietarios continúan conservando sus propiedades y los que estaban condenados por delitos permanecen en las cárceles. Y, por supuesto, Colombia sigue siendo Colombia y no ese país al que se alude siempre en toda campaña electoral.
¿Significa eso que el nuevo Gobierno de Petro será lo mismo? Definitivamente, no. El uso frecuente de la palabra “Cambio” puede llevar a equívocos por dos razones.
Una, porque este término suele ser utilizado superficialmente en muchas campañas electorales a modo de eslogan y, en consecuencia, se acaba quedando en eso, en un significante vacío para usar y tirar. Dos, porque un determinado sector opositor (mediático y partidario) lo aprovecha para meter miedo aplicando un libreto ya por todos conocido. Es decir: si gana el candidato del Cambio, siempre y cuando sea progresista, entonces llega el Fin de todo y el Inicio de la Era del Horror.
El Cambio no es lo uno ni lo otro
Recuerdo que en el libro “Nuevo Examen de la Desigualdad “de Amartya Sen (Premio Nobel de Economía), se plantea la necesidad imperiosa de identificar la “variable focal” a la hora de realizar cualquier tipo de análisis que pretenda ser preciso y riguroso. ¿De qué? Esa es la pregunta a la que hay que responder para saber a qué tipo de desigualdad nos estamos refiriendo. Algo similar ocurre con el Cambio. Cambio, ¿de qué? No será un Cambio de todo, pero tampoco de nada.
Hay ejes muy claros marcados en campaña. El ahora presidente electo no habla nunca en modo curvilíneo. Cuando le preguntan algo y no tiene la respuesta, suele decir “lo estoy pensando”. Y, por el contrario, aunque la pregunta sea muy comprometedora, si tiene una reflexión cerrada al respecto, entonces, lo expone sin titubeos ni filtros. El pensamiento político y económico de Petro pivotea sobre determinados ejes de Cambio que son, precisamente, aquéllos por los que fue respaldado con esta votación histórica. Y digo histórica porque es mucho más determinante lo que se logra en primera vuelta que en segunda (Petro logró 8,5 millones de votos, como ningún otro presidente obtuvo).
La Paz, la Vida y el Amor componen indudablemente el nuevo triángulo de gravedad del cambio que se viene en Colombia. Y no se trata de un lema sin contenidos. Petro lo ha expresado como la base esencial de todo. El “entendimiento” entre sectores diferentes es la única vía para edificar lo que se viene. Y, de manera inédita, seguramente dará muestras de ello con un Gabinete Amplio, en el que quepan muchas piezas de una Colombia muy diversa. Inclusive con personalidades con las que no coincide ideológicamente (salvo uribistas). Sin embargo, esto no significa que Petro se convierta en “un presidente de centro” ni tampoco que acabe naufragando en un mar donde todo cambia para que nada cambie
El fin de los privilegios
Tal como lo plantea y practica AMLO en México, la manera más justa y eficiente para comenzar a “organizar la casa” en cualquier país es intervenir con los bancos que especulan y ganan a costa de la pérdida de la mayoría; a las exenciones tributarias que únicamente gozan unos pocos; a unos fondos que se aprovechan de los planes de pensiones. Todo esto cambiará, aunque una minoría proteste y haga tal cantidad de ruido que parezca una mayoría.
El Ambientalismo y el Feminismo son dos dimensiones que diferencian el progresismo que propone Petro de otros en América Latina. Tampoco son banderas de campaña electoral. Vienen de lejos. En lo primero, no se saltará etapas, pero tampoco dejará de transitarlas. Es consciente de que no hay ningún software que permita salir del extractivismo de la noche a la mañana. Lo ha explicado, aunque haya sido descaradamente tergiversado por cierta prensa conservadora.
En lo segundo, su feminismo no es impostado. De hecho, lo va fraguando lentamente. Su propia hija, Sofía Petro, así lo ha dicho públicamente: “mi padre está en un proceso de deconstrucción”. Y esos procesos son los más sólidos. Los que van desde el lugar de partida hasta el de llegada, y no aparentan partir desde un lugar en el que no estás. A ciencia cierta, será un Gobierno con más equidad, pero no sólo en las formas sino también en el fondo.
(*) Dr. en Economía Aplicada. Director del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).