Vocación

Hace pocos días publicábamos en esta página una irónica fotografía que aludía al frívolo comportamiento y, en general, bajo nivel profesional de los periodistas que cubren la guerra en Ucrania. Enviados especiales que no hablan el idioma, que no conocen el país, ni su historia, pretenden echar luz sobre un conflicto tan complejo como atravesado por infinidad de intereses de la “geopolítica”, palabra que aman repetir tales reporteros.
Hubo un tiempo en el que el periodismo era un campo desafiante para ingresar y todavía más, para seguir. Los veteranos solían contar que pocos colegas hacían toda una carrera sin caer en alcoholismo, divorcios y otros naufragios personales por culpa de un trabajo que no hace más que empezar de nuevo apenas se pone el punto final a un artículo o a un reporte. Era un oficio, en cierto sentido, despiadado y que, para mal de males, pagaba y sigue pagando poco. Muy poco.
Esa funesta realidad del sector, lejos de haber mejorado empeora en el país y en el mundo. Con pocas excepciones, los periodistas no reciben por lo que hacen un salario acorde, en ninguna parte. Ni siquiera en Estados Unidos, donde solían destacarse célebres cronistas de guerra, como Ernest Hemingway, por caso.
No se necesita hacer una tesis o un análisis profundo para verificar que existe una correlación directa entre pagar poco y tener en consecuencia pésimos informes del frente de guerra. De allí que los periodistas más reconocidos por sus coberturas en otros conflictos armados no aparezcan por el Este de Europa en esta ocasión.
No parece muy atractivo jugarse la vida para recibir una remuneración que no alcanzará ni para cubrir las sesiones de terapia al volver a casa.
El ejército de EE.UU. paga a sus empleados un promedio de 64.000 dólares al año. El Cuerpo de Marines paga unos 52.000; la Armada, 69.000; la Fuerza Aérea 65.000; y el salario base promedio de la Guardia Costera es de 77.000 (fuente, PayScale, 31/3/22).
Mientras tanto, el salario medio de un periodista es de 31.000 dólares.
Los periodistas hace años que están probando suerte en otros empleos.
Pero no se trata sólo de dinero: muchos se dan por vencidos y buscan un entorno donde sus habilidades sean valoradas. Hay que tener una pasión muy marcada o tener la convicción plena de estar haciendo algo significativo para seguir una vocación. O tener un exceso de ego para hacer reportajes banales en medio del horror.