Virtualidades

Cada día en alguna parte del país personas enojadas salen con sus autos a dar bocinazos. O agarran sus utensilios de cocina y los golpean con el orgullo de quien se cree muy patriota por practicar un deporte más nacional que el Pato (de poco vale decirle que los cacerolazos nacieron en 1830, en Francia).
Resulta llamativo que, por estos lares, todas esas expresiones de carácter reprochador suelen no tener muy claro el objeto del reclamo.
Al mismo tiempo, no existen expresiones públicas masivas para demostrar el acompañamiento a tal o cuál medida. Los plebiscitos digitales no son legales, es cierto, y la sociedad está sumergida en una grieta que más vale no azuzar. Pero surge evidente que sólo de un lado se alzan las voces airadas. No parece saludable asistir sin responder con argumentos a los enrabiados de lo que sea, por lo que fuere.
La virtualidad tecnológica es una herramienta imparcial si sirve para lo que yo propongo y no para lo que propone mi adversario.
Esta pandemia mantiene a todas las naciones en vilo y se han ensayado variadas políticas para afrontar la crisis social y económica. En Argentina se creó el Aporte Extraordinario para las Grandes Fortunas. La ley sancionada destina: 20% a la compra y elaboración de equipamiento para la emergencia sanitaria; 20% a las pymes; 15% a los programas para el desarrollo de los barrios populares; 20% al programa de becas Progresar y 25% a programas de exploración y desarrollo de gas natural. El proyecto generó entre quienes lo rechazaban una feroz campaña de desprestigio contra Carlos Heller, su impulsor, y un escrache virtual y físico al banco Credicoop del que el legislador es su presidente.
Al día de hoy el 20% de los 9.300 millonarios alcanzados por el impuesto, no lo pagó, recurriendo a la Justicia. Algunos medios difundieron el listado de los omisos contribuyentes, esa práctica tampoco es saludable para la convivencia ciudadana. Mejor sería expresarse a favor de aquellas medidas que se consideran justas o necesarias, sin sentir culpa. Y sin agravios ni insultos.