Señor director:
La violencia narco en esta ciudad se cobró este viernes otra vida. Hace poco más de un mes, de manera absolutamente casual, se descubrieron 500 kilos de cocaína en un campo cercano y se sabe que en esa operación millonaria hay gente de Concepción del Uruguay que es parte de la banda. No es de extrañar entonces que estos hechos luctuosos que llenan de pavor a la ciudadanía, y siembran terror entre los vecinos de los barrios ocurran cada vez con más frecuencia. ¿Se puede saber qué hacen nuestras autoridades? La policía solo hace redadas los sábados y domingos para acosar a los jóvenes, para disciplinar a los más pobres que viven en condiciones miserables en estos días de pandemia y desempleo. ¿Pero han atrapado algún pez grande? ¿Desarticularon alguna banda importante con la elogiada ley de “narcumenudeo”? De ninguna manera. Solo persiguen y atrapan a los transas chicos, y a los jóvenes que consumen. Siempre por el eslabón más débil.
Nuestros políticos se van en discursos, se llenan la boca hablando de su “exitosa” lucha contra el narcotráfico y los cabecillas se les mueren de risa. La Policía se regodea con los “casos positivos” que tienen sus allanamientos que se caracterizan siempre por ser autorizados por un fiscal con el fin de buscar un arma, pero resulta que encuentran 15 gramos de marihuana. A esta altura que un funcionario de la Justicia autorice esos allanamientos basados en informes truchos, que se parecen demasiado a “vendetta” o represalia, indigna y da vergüenza ajena. Pero claro, qué podemos esperar de una fuerza que tampoco sobresale por la calidad moral de algunos de sus funcionarios, denunciados por sus esposas por golpeadores, por abusadores y hasta por proxenetas, como vemos todas los días en los diarios. Acá nadie se escandalizó, ni este diario tampoco, de que un policía de Santa Elena fue condenado recientemente por trata de persona para explotarla sexualmente.
Este policía de 48 años, prostituyó a su esposa durante 10 años, paseándola por los casinos y salas de juego de toda la provincia donde la obligaba a mantener relaciones hasta con cinco personas a la a vez. Más aún, según trascendió en el juicio, la obligó a acostarse con siete policías juntos. Me imagino la tranquilidad que deben tener las esposas de los policías que compartían trabajo con ese señor, hoy condenado a 14 años de presión. Pero el problema son los jóvenes.
Alberto Romero