Gisela López tenía 18 años y vivía en la ciudad de Santa Elena, departamento La Paz, cuando el viernes 22 de abril de 2016, al atardecer, salió de su casa para dirigirse a la Escuela de jóvenes y Adulto, donde cursaba la secundaria. Fue la última vez que sus familiares la vieron con vida.

Profesora – Periodista
Gisela no regresó a su casa esa noche y tras averiguar entre sus conocidos y amigos, su padre y hermanos se convencieron de que le había pasado algo. Con esa idea se dirigieron a la comisaría para radicar la denuncia de su desaparición. Recibieron como respuesta que “debía estar con algún hombre por ahí”. Recién cinco días después, el 27 de abril, la Fiscalía les recibió la denuncia, pero no había rastros de ella.
La investigación comenzó a transitar algunas hipótesis, marchando hacia la ruta del narcomenudeo. Se buscaban en Paraná y Santa Fe, la idea era que la habían usado como mula. Incluso se llegó a detener a un hombre en Paraná, que luego debió ser liberado.
Cuando lograron que la Policía Federal se involucrara en la investigación, era ya el 10 de mayo. Una vez que los federales tomaron la posta, (¡oh, milagro!) apareció el cuerpo de la infortunada joven. Por un lugar poco transitado, conocido como “El Bajo” de Santa Elena, acertó a pasar un niño a caballo que vio el cadáver de una chica entre la maleza. Gisela había sido golpeada, violada y asfixiada en forma manual y mecánica hasta su muerte.
Estaba a menos de 200 metros de su propia casa. Pudo establecerse que desde su homicidio hasta ese día habría estado tirada allí. Se aceleró todo y en poco tiempo fueron detenidos un hombre, su hijo y un amigo de este último y su novia.
Los cuatro supuestos involucrados
En la zona del hallazgo, estaba ubicada una vivienda y una ladrillería, adonde supuestamente habrían llevado a la joven tras raptarla en el camino, cuando regresaba de la escuela. La misma era propiedad de un hombre de nombre Mario Saucedo, alias “Negro” de 54 años, a quien acusaron por el hecho junto a su hijo Elvio Saucedo, de 29 años. También al amigo de este último, Matías Vega, alias “Matute” de 19 años y a su novia, Rocío Altamirano de la misma edad.
La Fiscalía entendía que los tres hombres habían raptado y abusado de Gisela, mientras que la mujer había actuado como encubridora. En todo momento los acusados negaron su participación en el hecho. En el cuerpo se había encontrado ADN de una persona que no se pudo identificar.

Aportes de testigos
Una testigo aseguró que Altamirano le habría comentado que habían “agarrado a Gisela en el bajo y la habían llevado a la casa de Mario Saucedo y que ahí padre e hijo, lo mismo que Vega le habían hecho cosas y que había también dos hombres de Santa Fe”, que su novio “Matute” le había sacado los cordones de las zapatillas para ahorcarla, pero que la intención no habría sido matarla”. Para el fiscal de la causa, la testigo era veraz en sus dichos. Otra persona se había enterado que el citado “Matute”, a su vez, había dicho en familia que él habría empalado a la víctima.
En cuanto a Saucedo, habría sido investigado o sospechado del supuesto intento de rapto de otra joven.
Niegan la acusación
Los tres hombres y la joven negaron de plano la acusación y detallaron lo que habían hecho ese día. Saucedo hijo dijo que fue al campo a hacer leña, que era su trabajo para la ladrillería, que regresó, se bañó, cenó y se puso a leer la Biblia antes de dormir. Acotó también que, por su condición de testigo de Jehová, en su casa no se realizaban fiestas.
El padre, Mario Saucedo, realizó también un relato parecido, alegando que trabajó, luego regresó a su casa, se bañó, cocinó, cenó y se fue a dormir.
Vega, por su parte, dijo que ese día no estaba en el lugar. Que había ido a pescar con su novia Rocío, luego a un cumpleaños de un conocido al que identificó como “El Chongo” y a pasear con ella por la costanera.
Elvio Saucedo manifestó finalmente que deseaba que se encontrara a los verdaderos culpables y que ellos pudieran limpiar sus nombres.
Decisión del Tribunal y apelaciones
El tribunal concluyó que no había pruebas suficientes para sostener la acusación y los cuatro fueron liberados tras un año de detención. La acusación recurrió a la Cámara de Casación para que revisara el fallo, exponiendo sus quejas al respecto. Realizado el análisis, un dictamen dividido determinó que se acatara el fallo en primera instancia. Se recurrió entonces al Superior Tribunal de Justicia de la provincia, pero el mismo determinó que la acusación de “abuso sexual seguido de muerte”, en cabeza de los cuatro acusados, “no había podido ser probada”.
Quedaba aún una instancia: el Recurso de Queja ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación que todavía no se ha expedido.
¿Habrá justicia para Gisela López?
Según los tres dictámenes dados hasta el momento, este homicidio no tendrá justicia. ¿La sangre de otra joven inocente seguirá clamando al cielo reparación en esta tierra? Como cristiana, estoy convencida de que ningún crimen queda sin castigo. Pero, ¿qué le decimos como sociedad a la familia? ¿Cómo le explica la Justicia que no halló al culpable? ¿Cómo explica su actitud la Policía que en vez de tomar la denuncia maltrató de palabra a sus familiares? ¿Cóomo explica esa fuerza que un hombre de sus filas era familiar de los acusados y que se sospechaba que los habría ayudado? De hecho, recién cuando los federales intervinieron apareció el cadáver que no había sido encontrado antes en esos pastizales.
Por aquí tenemos una deuda de justicia con Flavia Schiavo, en la costa del Paraná es la memoria de Gisela López la que reclama, sin dejar de lado el hecho de que Fernanda Aguirre se esfumó en el aire, que Micaela García murió a manos de un sujeto depravado que debía estar por esos días tras las rejas… En fin, confiemos en qué la famosa frase “será justicia”, se haga realidad.