Ver las cosas en su justa perspectiva

Señor director:
La humanidad ha incurrido demasiado en los excesos, y para cambiar el ruinoso curso de su historia deberá escuchar la voz del corazón. Desde tiempo inmemorial se ha venido escuchando la voz de la mente que, por ser tan lasciva y egoísta, ha contribuido a la situación caótica en que se vive ahora. Pero aunque la mayoría de las personas no sepan cómo orientar su vida de otro modo, la milenaria cultura védica basada en la verdadera naturaleza de las cosas, sugiere escuchar la voz del corazón, la cual es suficientemente juiciosa como para hacernos obrar con la debida corrección.
Sabemos por experiencia que los nudos no se deshacen añadiendo nudos. Para deshacer un nudo hay que averiguar cómo se hizo. El nudo del materialismo distorsiona la concepción de lo real, y para muchos es una tergiversación conceptual que los induce a enseñorearse de todo cuanto pisan como si fuera suyo. Quienes se aferran al materialismo, dan la espalda a Dios –dueño absoluto de todo cuanto existe–, y quedan inmersos en su propia sombra, absortos en estilos de vida contrarios a las leyes de la naturaleza y a las reales necesidades de su ser. Huelga decir que la naturaleza material es la sombra de la naturaleza espiritual.
El materialismo ha convertido al ser humano en esclavo de sí mismo y víctima de sus erradas decisiones. Ser materialista es creer que uno es el organismo físico, que la vida empieza al nacer y termina al morir dicho organismo, y que el propósito de la misma es satisfacer todas las apetencias carnales que se tengan. Pero históricamente está comprobado que ese tipo de vida provoca neurosis, frustración y desconcierto.
Dar nuevas vueltas de tuerca al tornillo del materialismo, como se piensa hacer ahora con la Inteligencia Artificial, no va a cambiar ni mejorar las cosas. La real identidad del ser es el alma, la cual necesita ser ella misma en toda su amplitud de criterio y absorción en el Espíritu Supremo del que forma parte desde siempre. En la medida que esta sapiencia innata del alma la haga ser fiel a sí misma y al Dios que la sostiene, podrá liberarse de la dictadura de la mente para no continuar siendo mal guiada.
La vida material es temporal, mientras que la vida espiritual es eterna. Y debido a que somos seres espirituales, la vida no termina cuando colapsa la máquina del cuerpo físico. Por tanto, lo mejor es usar la presente vida para curar la amnesia contraída al momento de nacer, recuperar la conciencia original y actuar como lo que realmente se es (alma espiritual), sin identificarse con el cuerpo material.
Lo que realmente da valor a la vida es poner todo el empeño en regresar cuanto antes al mundo espiritual, siendo conscientes de que en la breve existencia temporal existe el riesgo de perder de vista lo esencial, y naufragar una y otra vez en el espejismo de las ilusorias veleidades transitorias, nacimiento tras nacimiento.
Lucas Santaella