Una elección para recordar

El domingo pasado fue un día histórico en el país vecino. A las 19.56 h, con casi el 99% de las secciones electorales contabilizadas, el Tribunal Superior Electoral (TSE) informó que la elección estaba matemáticamente definida: Luiz Inácio Lula da Silva era el nuevo presidente electo del Brasil.

Este resultado lo convirtió en el primer candidato en alcanzar tres mandatos presidenciales. Bolsonaro, por su parte, es el primer presidente que compitiendo por su reelección –instituto incorporado al sistema político brasilero en 1997- perdió la renovación de mandato.
Ambos protagonizaron la elección más reñida de la historia del Brasil. Con la totalidad de las secciones electorales escrutadas, Lula da Silva obtuvo 60.345.999 votos (50,90%), Bolsonaro consiguió 58.206.354 apoyos (49,10%). Apenas 2.139.645 voluntades marcaron el triunfo del líder del Partido de los Trabajadores (PT).
Estos comicios superaron las marcas de polarización que se había registrado entre Dilma Rousseff (PT) y Aécio Neves (PSDB) en 2014 (casi 3,5 millones de votos de diferencia) y el segundo turno de la presidencial de 1989, cuando Fernando Collor de Mello (PRN) derrotó al propio Lula por algo más de 4 millones de votos.
El líder del PT también se convirtió este domingo en el candidato presidencial más votado de la historia de Brasil, rompiendo su propio récord de 58.295.042 votos, que alcanzó en el segundo turno de 2006, cuando venció a Geraldo Alckmin (PSDB), su compañero de fórmula en esta elección.
Ambos candidatos presidenciales ganaron en 13 estados, pero Jair Bolsonaro además triunfó en Brasilia, el Distrito Federal. Solo el estado de Amapá, en el norte de Brasil, cambió su preferencia a favor del líder del Partido Liberal (PL), siendo que en la primera vuelta Lula había resultado ganador en ese distrito.
Tal como se esperaba, el nivel de abstencionismo poco se redujo (cayó solo un 0,38%). La participación electoral trepó del 79,05% a apenas 79,43%. Era de esperar ya que en una elección con rasgos tan polarizados, ¿qué motivación para asistir a emitir su voto tendrían aquellos electores que no habían participado en el primer turno? Pocas, escasas, nulas.
Hay un dato más. Pasó relativamente desapercibido por el triunfo de Lula y los hechos posteriores. En una entrega anterior, dijimos que la posibilidad de que Jair Bolsonaro revirtiera el resultado de la primera vuelta era difícil, pero no imposible. La elección del domingo 30 de octubre dejó muy clara la potencialidad electoral del líder del Partido Liberal (PL).
Al observar el desempeño comparado de los dos principales candidatos entre el primer y el segundo turno, se evidencia una ventaja de Bolsonaro, que sumó casi un 6% más de voluntades (poco más de 7 millones de votos) en el ballotage. Claramente, logró captar mayor cantidad de simpatías de aquellos electores habían votado por otros candidatos y que debieron reorientar sus preferencias entre la elección general y la segunda vuelta.
No obstante, la ventaja de 5 puntos porcentuales conseguida por Lula en la elección general del 2 de octubre pasado, le permitió mantenerse a la cabeza, a pesar de sumar un 2,47% de apoyos (algo más de 3 millones de votos) en el segundo turno. Ayudó a mejorar el desempeño, no solo la consolidación del bastión petista del Nordeste, sino también un aumento de apoyos para la Lista 13 en estados como Minas Gerais, San Pablo y Río de Janeiro.