Trabajo y pobreza son conceptos que podrían pensarse como antagónicos y que, en algún momento, en la Argentina lo fueron. Durante décadas, estar inserto en el mercado laboral ofrecía la posibilidad de satisfacer las necesidades de un hogar, de tener una vida típica de clase media.
Esa realidad, que comenzó a resquebrajarse en los ‘70 e implosionó en los ‘90, dejó lugar a otra: hoy el 28,4% de los trabajadores y trabajadoras del país son pobres, un récord para la última década.
El dato surge de un relevamiento del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA). Dentro de ese número aparecen personas que tienen un subempleo inestable (en ese universo, la pobreza alcanza al 58,2%) y empleo precario (el 28,2% son pobres), pero también personas con pleno empleo (12,6%).
De acuerdo con los resultados del relevamiento, que alcanzó a 5.758 hogares en los principales aglomerados urbanos del territorio nacional, la pobreza tiene un impacto diferente de acuerdo a los estratos socioeconómicos y las características del empleo. En el caso de los “trabajadores marginales” (que se podrían pensar como informales) la pobreza alcanza el 72,9%.
De acuerdo con el relevamiento de la UCA, los ingresos mensuales de los trabajadores en la Argentina promedian los $50.534. En términos reales, es el ingreso más bajo de toda la serie —que se inicia en 2010— y no alcanza para comprar la canasta básica familiar definida por el Indec, que en octubre era de $72.365 para una familia tipo de cuatro integrantes.
En términos generales, el informe de la universidad privada muestra que la pobreza bajó de 44,7% en 2020 a 43,8% en el tercer trimestre de este año, lo que significa que todavía 18,4 millones de argentinos y argentinas están en esta situación. La pobreza venía creciendo sostenidamente desde 2017, año en que marcó 28,2%, y terminó el gobierno de Mauricio Macri en 39,8%, según los registros del observatorio.