Por Juan Martín Garay (*)
Nos encontramos en un escenario electoral de triple empate a nivel nacional. El voto se está definiendo cada vez más de manera selectiva y existe actualmente un contexto de tercios consolidados. Las ansiedades biológicas son más veloces que el tiempo político que se vive y cabe aclara que la gente no es mala cuando no elige por una alternativa ni es buena cuando lo hace por otra distinta, mucho más ahora que hay tres opciones claramente definidas. En este sentido, lo que se conjugan ciertamente son la realidad y el humor social, pero mucho más la situación económica y con ello el arrastre de tener (o no) un bienestar personal, general y familiar. La previsibilidad de un futuro esperanzador.
El cronograma electoral
Las elecciones provinciales irán junto a las nacionales, votaremos el 13 de agosto las PASO y el 22 de octubre las generales. A todo esto, si pasa como en el 2015, puede llegar a haber otro día más de elecciones, me refiero a la posibilidad de que haya un balotaje presidencial si nadie supera en octubre el 45% de los votos o el 40% con una diferencia de 10% respecto de la fórmula que salga segunda. Síntesis, se votará dos o tres veces dependiendo de si hay balotaje presidencial o no. A boleta completa o con tijera en mano. Todo dependerá del humor social y la esperanza que se despierte en la gente o la canalización de la bronca.
La fragmentación
Hay una fragmentación altamente consolidada en materia electoral. El electorado mira con absoluta desconfianza a toda la dirigencia en su conjunto, a propios y extraños. Como dice el tango, estamos “en el mismo lodo todos manoseaos”. La complejidad de la situación es peor a lo que dejó la crisis del 2001 y la prueba de fuego que le antecedió en las elecciones de ese año. Hoy no hay representantes netamente articuladores que posibiliten enamorar en su totalidad a quienes siempre se supo tener como electores adeptos, mucho menos a aquellos que son una gran mayoría y que como un péndulo fueron de un lado a otro según el momento. En un contexto de triple empate, más que un péndulo, ahora habrá una perinola.
El triple
Pareciera una publicidad de un conocido alfajor, pero no, es una realidad, todo es triple en este tiempo: los renunciamientos por ejemplo, primero el de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, luego el del expresidente Mauricio Macri y hace poco el del presidente Alberto Fernández. Con cada definición se generaron ciertos movimientos en el escenario electoral, toda una dinámica que fue modificando la posible oferta electoral y el aporte en especies para el contexto de tercios actual.
Pero no sólo lo electoral está marcado por una triple condición, también hay triples situaciones económicas y sociales: hay gente a la que le falta lo básico, hay otros que llegan con lo justo a mitad de mes y otros tantos a los que les sobra todo o casi todo. Hay quienes están fuera del sistema, otros dentro y unos varios por sobre el sistema. Hay dolarizadores de la economía, también defensores del peso argentino y muchos varios que padecemos una economía que piensa más en la cara de Washington que en la de San Martín. Hay crisis de representatividad política, crisis de legitimidad y crisis de distribución de la riqueza. Hay malos, buenos y malos conocidos. Así las cosas, “hay de todo, como en botica”. En el medio, siempre la gente.
El error
Hay un nivel de incertidumbre general de tal magnitud que hacer pronósticos electorales apresuradamente sería incurrir en un grave error. Quienes se sientan triunfalistas antes de tiempo cometerán el yerro de caer en la senda del ego que nubla la vista, en este caso de la perspectiva electoral. Encima, en el horizonte, aparece el escenario del balotaje como una posibilidad cierta, pero nadie tiene certeza de quienes podrían llegar a esa instancia. Hoy el podio pone en un plano de igualdad a las dos fuerzas que otrora fueran mayoritarias de manera alternada en el último tiempo, con un nuevo participante, el de la bronca, que tiene como su firme representante a un “influencer” economista. Por eso ser prudentes es esencial para este momento, cualquier error se pagará caro (en votos), o será beneficioso en el mismo sentido.
La caída
Todas las encuestas que circulan muestran una caída de la imagen positiva de las figuras políticas de relevancia a nivel nacional, las que por otra parte sólo se encuentran en un único ámbito político geográfico, Buenos Aires. Son aquellas que tienen la luz de los reflectores apuntándoles en los estudios de televisión de la capital y en cuanto programa político haya en ese reducto.
Lo preocupante es que carecemos de figuras fuertes provinciales, el peso político de la dirigencia de las provincias que hace a la Nación como construcción de la República es cada vez menor o casi nulo. “Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires” dice el refrán, ahora también pareciera que posiciona o baja dirigentes.
El peso de las provincias en el concierto nacional de las discusiones políticas es un gran tema relegado, lo que sin lugar a dudas necesita ser revertido para el bien de todos. No tenemos dirigentes provinciales que puedan interpelar a la realidad política nacional como los supimos tener oportunamente, no porque no los haya realmente, sino porque habiéndolos y con sobrada capacidad, no tienen la posibilidad de “estar en la vidriera”. Pareciera ser que así como constitucionalmente hemos delegado facultades a la Nación, nos hemos reservado otras y tenemos varias de manera concurrente, también hemos delegado la chance de tener representación con peso específico.
Aquí, allá o acullá
Cuando la ciudadanía elige lo hace con toda la impronta de su bronca o esperanza. La sociedad actualmente expresa un enorme malestar que se explica en parte con la distancia hacia la dirigencia política o viceversa. Por el momento -como no hubo elecciones aún- no hay quien haya ganado o perdido, pero sabemos que en la diaria ya hay perdedores reales, me refiero a aquellos que padecen los “coletazos” de una economía que sufre los vaivenes de cualquier “estornudo” del mercado, sumado a la realidad propia del bolsillo, la heladera, la alacena y el estómago. Aun así, anida socialmente una creencia real de que a los problemas los va a poder resolver el propio Estado y se espera con ansiedad que ello ocurra prontamente, en todo o en parte, en la mayor o menor medida de los mismos.
El sano derecho a elegir y ser elegidos siempre es una buena oportunidad para reafirmar que los actores principales son (o deberían ser) única y primordialmente la gente. Ante los posicionamientos y aspiraciones en materia electoral que cobran fuerza cada vez más, la política sigue siendo la mejor “herramienta” de transformación social positiva que siempre debe estar puesta al servicio de un verdadero interés común, el del pueblo y su felicidad. Ya no se tratará en esta ocasión de elegir por una u otra plataforma política, pues habrá un alto comportamiento emocional, emotivo, donde se llevarán más cantidad de votos en ese triple empate quienes logren canalizar las aspiraciones de ese universo de seres sentipensantes, ya sea por la esperanza y el optimismo o por el enojo y decepción. Veremos quienes logran representar uno u otro, en unos y otros. Aquí, allá o acullá.
(*) Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.