La historia del coñac Tres Plumas se remonta a 1934, cuando Pablo Juan Dellepiane quedó como único dueño de Mackinnon & Croll, una firma fundada en 1898 por dos escoses que se dedicaban a importar whiskies, gin, tés y scotch de Inglaterra. Dellepiane empezó a trabajar allí a los 15 años como cadete, pero, hábil en lo suyo, fue haciendo carrera hasta convertirse en gerente, socio y luego en único dueño cuando le compró la parte de la empresa a la viuda del último socio fundador.
Desde entonces, la firma pasó a llamarse Dellepiane Spirits y en 1936, con el lanzamiento de su primer producto, el coñac Tres Plumas, el devenido empresario inició el camino de la sustitución de importaciones y se dedicó de lleno a la producción nacional.
“Ante la prohibición de importar por la crisis de los años 30, mi abuelo decidió producir localmente y salir al mercado con un coñac, que dentro de las bebidas de alta graduación, era la de mayor consumo”, cuenta Miguel Dellepiane, nieto del fundador y actual director comercial de la compañía.
Tanto el nombre Tres Plumas como el logo de la marca aluden a la insignia heráldica del duque de Windsor, Príncipe de Gales, a quien Dellepiane conoció en una visita que realizó a la Argentina. Conmovido por su historia de amor que lo hizo abdicar a la corona Inglesa; el empresario decidió homenajearlo con la marca que fue primero de coñac, pero luego abarcó a las líneas de licores y ginebras que Dellepiane Spirits fue lanzando a partir de la década del 60.
La época del esplendor
Tres Plumas arrancó en la década del 50, cuando el empresario impuso la moda de ponerle unas gotitas de su coñac al café. Ese modo de consumo que se inició en los bares les disparó el volumen de producción de tal manera que tuvieron que mudar su planta a otras más grandes en tres oportunidades: de Avellaneda, donde arrancaron, a Lomas de Zamora; luego a Longchamps y, por último, a San Martín, a una planta de 40.000 metros cuadrados.
Con la incorporación en 1955 de Pablo Jorge Dellepiane, ingeniero civil y el único hijo del fundador, la empresa inició una apuesta por la comunicación invirtiendo en publicidad.
Con las campañas, tanto de televisión como de radio, llegaron a popularizar en los 60 el eslogan “Momentito, pluma, pluma” y en los ’70 “es el despiplume”, con figuras del momento como Susana Giménez, Nélida Lobato y el locutor Cacho Fontana.
En esa época se vendían 20 millones de litros de coñac al año, una cifra enorme si se considera que la población de aquel entonces era de no más de 25 millones, es decir 1 litro per cápita.
Vaivenes argentinos
A partir de la década del 80, se impuso el hábito de consumir bebidas con menor graduación alcohólica y la demanda de Tres Plumas fue cayendo hasta que la fábrica de San Martín les quedó grande. En 1987, motivados por el Programa de Promoción Provincial, se mudaron a una planta un poco más pequeña en Villa Mercedes (San Luis).
La ventana del mercado externo se abrió para los Dellepiane a partir de la crisis del 2001 con la caída de la convertibilidad que los dejó bien parados con un precio más competitivo internacionalmente. Actualmente, sus bebidas están presentes en más de 15 países; en su mayoría de la región. Sin embargo, el foco sigue estando en el mercado local ya que solo exportan el 20% de la producción.
Aunque Dellepiane Spirits tiene en su catálogo de productos otras marcas propias de renombre como Piña Colada American Club, Golden Age, Mariposa y 8 Hermanos (estas dos últimas se la compraron a Pernord Ricard en 2021), alrededor de 70% de su producción corresponde al coñac y sus más de 30 sabores de licores Tres Plumas.
Pablo Jorge Dellepiane se hizo cargo de la empresa tras la muerte de su padre en 1970 y así lo hizo hasta seis meses antes de fallecer en 2017 a sus 90 años. Actualmente, Dellepiane Spirits, que emplea a 90 personas, está a cargo de la tercera generación integrada por Pablo Juan (tiene el mismo nombre que su abuelo) y Miguel Dellepiane.