Sucedió en la ciudad (Parte II) La tragedia del vapor “Ciudad de Buenos Aires”

Embarque de pasajeros en el puerto de Buenos Aires.

La noche del 27 de agosto de 1957, el vapor de pasajeros “Ciudad de Buenos Aires”, que se dirigía al Puerto de Concepción del Uruguay, fue embestido por el buque norteamericano “Mormacsurf”. La violenta colisión provocó que la embarcación, se fuera a pique en menos de 20 minutos.

Por Orlando Busiello (*)

El “Ciudad de Buenos Aires” se fue acercando al canal principal pasando la desembocadura del Paraná Guazú, casi frente a la isla Juncal.
De igual forma, viajando con rumbo sur desde la ciudad de Rosario navegaba cargado de trigo hacia el puerto de Buenos Aires donde debía completar la carga, el ultramarino norteamericano “Mormacsurf” de 7.890 toneladas y 152 metros de eslora.
Los dos gigantes se fueron aproximando cegados por la intensa niebla (según algunas versiones), sin que pudieran detectarse prácticamente hasta pocos instantes antes de la inexorable colisión.
El hecho ocurrió aproximadamente entre las 22:45 y las 22:50hs a la altura del km 123 del canal de acceso al puerto de Buenos Aires.
El barco norteamericano embistió al vapor de pasajeros clavando su proa sobre el lado de estribor del navío que, comenzó a escorarse rápidamente. El furibundo impacto provocó conmoción y el pánico se apoderó de gran parte del pasaje ante la desesperación de la tripulación por tratar de ordenar la evacuación del buque.
El diario “La Nación” de Buenos Aires manifestaba el 29 de agosto, que, indagado el Primer Comisario de abordo, señor Gustavo Cornet sobre la manera en que se produjo el siniestro; esto dijo: “Era difícil de establecer, aunque era presumible que dada la bifurcación del canal general que se abre en dos ramales, uno del río Paraná y el Río Uruguay que forman con aquel un “Y” pudieron los buques embestirse a causa de la visibilidad muy escasa en esos momentos. Nosotros –aseveró– fuimos chocados de estribor. Poco después el barco norteamericano retrocedió –mientras el nuestro era llevado por la corriente– y volvió a pegarse a nosotros con la intención de hacernos encallar en alguno de los bancos de arena allí existentes y que el río apenas cubre. Desgraciadamente esta maniobra determinó que la nave escorara por babor, ya que la corriente lo llevó hasta zonas donde el agua está a más profundidad”.
Más adelante el diario “Nación” aportó otra versión de lo ocurrido diciendo: “A la altura del km 123 , donde el canal general del Río de la Plata se bifurca, como ya dijéramos, en dos ramales, el “Ciudad de Buenos Aires”, que navegaba por la bifurcación más cercana a la costa uruguaya, al notar la proximidad del Mormacsurf, que venía de la bifurcación del río Paraná, recibió la orden de virar con una vuelta completa, ya que avanzar en línea recta no era eficaz. Por otra parte, al hacerlo en forma inclinada, de modo que el estribor formara ángulo agudo con la costa uruguaya traía aparejado el riesgo de varar en uno de los bancos de arena y quedar igualmente aprisionado a merced del carguero norteamericano que avanzaba a toda máquina. La vuelta completa del timón dio lugar, pues, a que el lado de estribor quedara situado en forma inversa a la que tenía al navegar normalmente. Esto, asimismo, explicaría el hecho de que el “Ciudad de Buenos Aires” fuera embestido por dicho costado y no por el babor”.
Por su parte el matutino LA CALLE haciendo referencia a este episodio expresó el 30 de agosto: “En un momento dado el buque norteamericano embistió violentamente a la nave argentina tomándola casi al medio, donde la proa del “Mormacsurf” se incrustó profundamente. Prácticamente la estructura del “Ciudad de Buenos Aires” habría sido destrozada en el lugar del impacto y como consecuencia del mismo, según lo estiman algunos sobrevivientes, habrían perecido al instante numerosas personas que se hallaban en camarotes y dependencias que daban a babor”.
Hoy podemos decir que la tremenda colisión, entre el carguero norteamericano y el vapor de pasajeros se debió a una mala maniobra por parte del “Ciudad de Buenos Aires”.
Sobre el hecho ocurrido en el km 123 (hoy Km 136,7), hay coincidencias en señalar que la noche era oscura, pero, que era posible distinguir luces en la lejanía.
El capitán Justo Anselmo Montenegro, a cargo del remolcador “Pancho” que viajaba unos 16km detrás del “Ciudad de Buenos Aires” señaló oportunamente que, escucharon los pitazos del vapor señalando que pasaba a estribor y luego tras breve pausa a babor. Agregó además Montenegro: “Antes que pasaran 2 minutos, fuimos sobresaltados por varias pitadas agudas del “Ciudad” esta vez sin diferencia alguna de tiempo; era un angustiado pedido de socorro”. Más adelante continuó diciendo: “Apenas pusimos proa al sitio de donde habían partido las pitadas divisamos las luces de ambos barcos muy juntos el uno del otro”.
Acorde a lo manifestado por el capitán del remolcador “Pancho”, la oscuridad no impedía a la hora del siniestro la visibilidad. No obstante, el mismo Montenegro, dice que, después de haber llegado al lugar en unos 30 minutos aproximadamente: “El ‘Ciudad’ había desaparecido totalmente en el canal que tiene allí unos 20 metros de profundidad”.
Cuando el periodista del diario “El Día” de Montevideo, le preguntó cuándo dejaron la tarea de rescate, Montenegro manifestó con firmeza: “Cuando ya no vimos más a nadie, sobre la superficie… El momento era muy difícil. Quizás todavía en las inmediaciones, en medio de la oscuridad que se acentuaba por una intensa niebla que iba bajando sobre el río, quedaron náufragos asidos a las tablas o salvavidas…”.
Como podemos intuir esta declaración de Montenegro, es sumamente importante pues, describe dos momentos del naufragio: a) Cuando observa los dos barcos iluminados a la distancia, lo cual confirma los testimonios de algunos náufragos, que sostienen que, pese a la oscuridad reinante era factible observar luces a centenares de metros. b) Cuando después de un tiempo de estar trabajando en el rescate de las víctimas; Montenegro describió que uno de los factores que incidieron negativamente en el operativo fue que, la noche se hizo más cerrada debido a la niebla que comenzó a bajar sobre el río.
Por lo tanto, inferimos que a las 10:45hs; unos minutos más o unos minutos menos, posiblemente existía niebla. Pero ésta aún no era obstáculo para impedir observar el desplazamiento de otro buque con todas sus luces encendidas. Poco tiempo después del accidente, la bruma se hizo mucho más intrincada dificultando detectar a los náufragos en el río. Esto determinó que, muchas declaraciones post naufragio apuntaran a la espesa niebla como uno de las causas de la tragedia.

(*) Profesor de Historia y escritor. Autor de las obras: “Caudillos Litorales en tiempos de Epopeya 1815–1821”. “Por los caminos del tiempo del deporte uruguayense”. “El General y el Palacio”. “Origen, Evolución y Performances de las Instituciones Deportivas”.