STREAMING. Una película hábil, estresante y urgente

Anthony Ramos, como el Mayor Daniel González, y Abubakr Ali como el especialista Dan Buck.

Netfix anuncia para octubre un film que logró un aplauso de pie durante 11 minutos en el reciente Festival de Cine de Venecia. “Una casa de dinamita” es un thriller político que explora el drama la tensión extrema ante un inminente ataque nuclear inminente. Estrés sin control.

A veces, las películas nos suscitan una extraña sensación: no sabemos con certeza si lo que acabamos de ver fue algo realmente bueno o malo, o incluso genial. Pero sentimos al mismo tiempo que algo ha cambiado en nosotros. Ese es el efecto de “Una casa de dinamita”, dirigida por Kathryn Bigelow y estrenada en el Festival de Cine de Venecia.
El film imagen es preciso, potente e ingeniosamente construido. Pero a pesar de que se centra en los aspectos prácticos de cómo el gobierno de los Estados Unidos podría responder a un ataque nuclear, también hay algo fantasmal e irreal en él. Sin explicar nada en detalle, pone al descubierto todo tipo de realidades globales en las que no queremos pensar. ¿Quién quiere contemplar lo impensable? Pero esta es una película de terror moderna, del mundo real, y especialmente inquietante por todo lo que no muestra.
No hay héroes en “Una casa de dinamita”, pero tampoco hay villanos identificables. La premisa es sencilla y elegante: un misil nuclear se dirige al Medio Oeste estadounidense, pero nadie sabe qué país lo lanzó. Si no es interceptado, alcanzará su objetivo en aproximadamente 20 minutos. La película se desarrolla dentro de ese marco de tiempo, sus eventos se transmiten desde múltiples puntos de vista, incluido el de un joven mayor estacionado en el Océano Pacífico (Anthony Ramos), un asesor adjunto desilusionado que se ve obligado a asumir una responsabilidad para la que no está listo (Gabriel Basso), un Secretario de Defensa que apenas puede lidiar con la realidad (Jared Harris), y, finalmente, el propio presidente (Idris Elba), un hombre bastante nuevo en el trabajo cuando llega la crisis.



La ausencia de un líder

Cuando se detecta el misil, lanzado desde algún lugar del Pacífico, la capitana Olivia Walker (Rebecca Ferguson) recibe el informe en Washington y responde con preocupación, pero sin alarma. La creencia, al principio, es que de que se trata de una mala interpretación o un error. El secretario de Defensa, finalmente aparece en una videollamada, su mensaje no expresa pánico, aunque su comportamiento cambia cuando se entera de que el misil puede golpear Chicago, donde vive su hija.
Durante varios minutos aparentemente interminables, el presidente de la nación está ausente, su pantalla de video en la Sala de Situación es un cuadrado en blanco. ¿Dónde está? El bullicio silencioso de la habitación se convierte en un zumbido de estrés. Un general belicoso, se prepara para recibir órdenes: ¿Decidirá el presidente contraatacar? ¿Y cómo sabrá qué hacer, cuando nadie sabe quién es el responsable?
A medida que pasan los minutos, se envían llamadas más urgentes a varios especialistas y expertos. Una autoridad en política norcoreana, se molesta cuando suena su teléfono celular en su día libre. Una funcionaria de la Agencia Federal de Emergencias (FEMA), interpretada por Cathy Rogers, recibe la noticia de que la llevarán a un lugar seguro en un búnker; más allá de eso, no tiene idea de lo que está pasando, porque nadie tiene claridad sobre la situación. La película está dividida en secciones, cada una de las cuales muestra este inquietante giro de los acontecimientos. Son solo unos 20 minutos, desde la perspectiva de un personaje diferente. Las líneas de diálogo se repiten de una sección a otra. A veces vemos a un personaje diciendo algo que habíamos escuchado anteriormente solo como parte de una llamada telefónica, y el contexto cambia ligeramente. Un fragmento de información aparentemente anodino, como cuando un personaje dice: “Un minuto para interceptar”, se vuelve más tenso, no menos, cada vez que se escucha. Todo es parte de un mosaico que cambia de forma y tono de segundo a segundo.

Ovación apropiada, pavor infinito

La película que llegará a los cines de la Argentina el 9 de octubre y que se podrá ver en Netflix desde el 24 del mismo mes, recibió una ovación de pie durante 11 minutos tras su preestreno.
Algunos espectadores que asistieron a su proyección en el Festival de Cine de Venecia, coincidieron que “Una casa de dinamita” es una de las experiencias visuales más estresantes que han tenido en años. Es una película con un número aparentemente interminable de partes móviles, cortadas con precisión. Los guionistas entrevistaron a especialistas militares actuales y retirados, y a otros expertos que han pasado décadas preparándose para un evento nuclear catastrófico.
En los años posteriores al bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, los seres humanos estaban obsesionados por la posibilidad de una guerra nuclear. Esos temores se manifestaron en innumerables películas, durante la Guerra Fría durante los años 50 y 60. Sin embargo, aunque las posibilidades de una destrucción nuclear solo han aumentado en las décadas posteriores, ahora pensamos menos en ello.
Al menos nueve países tienen hoy armas nucleares suficientes para acabar con la civilización en cuestión de minutos, y sin embargo hay una especie de entumecimiento colectivo, una normalización silenciosa de lo impensable.
Si el escenario de “Una casa de dinamita” se desarrollara en la vida real, ¿a quién querríamos al frente del gobierno, tomando decisiones? Esta película habla de eso, toma lo impensable y lo pone justo frente a nuestros ojos. Podemos ignorar la alarma si queremos. Pero eso no significa que no esté explotando.