
La nueva serie de Netflix, es un drama criminal magistralmente dosificado en 12 capítulos, que desafía las suposiciones que hacemos sobre las personas y cuestiona los prejuicios que tienen quienes ostentan el poder.
“El precio de una confesión” es la última del director de “Aterrizaje de emergencia en ti”, Lee Jung-hyo. Cuenta con un guion tan atrapante como intrincado y ofrece a algunos de los actores más importantes de Corea del Sur la oportunidad de mostrar su impresionante versatilidad.
Cuando el marido pintor de una profesora de arte llamada Yun-su, es apuñalado mortalmente en su estudio, un impulsivo fiscal se convence de que la esposa fue la homicida. A pesar de la insistencia de la Yun-su sobre su inocencia y de que asegura a ver visto a una mujer desconocida salir del estudio de su marido la noche de su muerte, es declarada culpable y condenada —tanto por la opinión pública como por el tribunal—, y enviada a la cárcel, dejando a su hija pequeña sin ninguno de los dos padres para criarla.
En prisión Yun-su se contacta con otra reclusa condenada por envenenar a una pareja, a quienes contempló morir sin inmutarse y luego aceptó su castigo cuando llegó la policía. Ambas mujeres ocupan celdas de confinamiento contiguas y a través de una grieta en la pared conversan y se cuentan sus respectivas historias. En algún momento, Mo Eun, la doble criminal, se ofrece a inculparse por la muerte del pintor a cambio de que su viuda mate a cierto joven cuando salga en libertad. La potencial víctima es un estudiante universitario, hijo de la pareja que ella envenenó tiempo atrás.
Hasta entonces Yun-su desconoce las razones por la que su nueva compañera mató a los padres del estudiante, salvo por alguna referencia tangencial respecto de “que eran malas personas”. Parece evidente de que se trata de una sociópata. Sin embargo, a medida que avanza la serie, queda claro que esta misteriosa mujer es capaz de empatizar con los demás y se toma la vida humana muy en serio. Su máscara estoica y aparentemente insensible es el resultado del profundo dolor que ha sufrido y de su compromiso por conseguir justicia para su difunto padre y su hermana.
Ocurre que Mo Eun, resulta no ser una sociópata sino una médica que trabajaba en Tailandia con poblaciones de pocos recursos cuando comenzó la pandemia de Covid 19, justo antes de que se cerraran las fronteras para detener la propagación del virus. Confinada en otro país, recibe la noticia de su desgracia familiar. Pero a medida que investiga, descubre que un tiempo antes su hermana había sido violada por el joven universitario, quien incluso grabó la agresión sexual y la publicó en internet cuando su víctima lo denunció. Desvastado por no haber podido proteger a su hija, el padre se suicida. Su hermana menor lo sigue poco después, al comprobar que el crimen que sufrió queda impune debido al poder económico de la familia de su agresor. La mente de Mo Eun solo tiene lugar para la venganza.
¿Un final feliz?
Así las cosas, Yun-su acepta el plan y sale de prisión bajo fianza tras la confesión de su vecina de celda. Enseguida logra reencontrarse con su hija, pero su vida en libertad no está asegurada. Tiene que ganar su apelación y, especialmente, debe cumplir su palabra y matar al joven violador. Mo Eun lo ha dejado claro: si no muestra pruebas de su muerte antes de la apelación, ella se retractará de lo confesado.
Tras semanas de búsqueda y furtiva vigilancia, Yun-su logra tenerlo frente a sí. Pero en ese punto nada se desarrolla como ella, la ideóloga, el estudiante, ni nadie pudo imaginarlo. La historia toma otro giro tan dramático como sorpresivo.
Por su ingenioso argumento, por la actuación de los protagonistas coreanos —ya conocidos mundialmente por “El juego del calamar”, “La criada” y Kingdom”, este thriller se ha posicionado en el Top 10 de las series más populares de Netflix.
“El precio de una confesión” no se basa en una historia real, sin embargo, aborda temas recurrentes en los crímenes irresueltos y en las investigaciones deficientes.
Acusaciones injustas, corrupción, conspiración, sospechas fundadas, prejuicios crónicos, vidas que se desmoronan de un momento a otro, son elementos comunes e invariablemente complejos en este tipo de casos. Y no siempre tienen un final feliz.









