Por Juan Martín Garay (*)
Para el sociólogo Zygmunt Bauman estamos en una sociedad líquida que se ve representada por un comportamiento humano que resulta descifrable pero sólo hasta cierto punto, donde los acontecimientos son cada vez más imprevisibles y ellos varían de una semana a otra. En nuestra actualidad, hay semanas que parecen años y hay días que parecen meses. Todo pasa tan rápido que muchas veces no diferenciamos lo esencial o lo importante de lo banal o efímero.
Agua entre los dedos
Bauman entiende a la modernidad líquida “como si la posibilidad de una modernidad fructífera y verdadera se nos escapara de entre las manos como agua entre los dedos. Este estado físico es aplicado a esta teoría de modernidad en el sentido de que, posterior a la segunda guerra mundial, nos encontramos con por lo menos tres décadas de continuo y próspero desarrollo, en el que el ser humano encuentra tierra firme para ser y relacionarse con los demás. Este mismo desarrollo, traducido en la ciencia y la tecnología, así como también en lo político, económico, intercambio cultural, apertura de mercados, globalización, ha llevado al ser humano a alejarse de aquello con lo que se mantenía unido, la sociedad. Es decir, de una sociedad sólida pasa a una sociedad líquida, maleable, escurridiza, que fluye, en un capitalismo liviano”.
Para este tipo de sociedad que se nos escapa como agua entre los dedos, las personas que la componen -en una gran mayoría- ya no se sienten identificadas con el Estado y mucho menos con aquellos ciudadanos o ciudadanas que pretenden conducirlo presentándose a una elección como la representación de un futuro a construir o consolidar, según se trate. Más bien ven que el futuro se ha desvanecido como una cortina de humo que lentamente se esfuma y desaparece, volviéndose intangible. En la sociedad liquida sólo se puede esperar un cambio no en el corto plazo, por más ansiosos que seamos, sino en uno mucho mayor. Eso agrava todo punto de vista para la resolución de los conflictos sociales y económicos de mediano plazo.
Emociones polarizadas
Yendo al contexto electoral del balotaje que enfrentará mano a mano a Sergio Massa y Javier Milei, podemos tomar la opinión que hace Gutiérrez-Rubí desde las “emociones polarizadas”. En este sentido advierte que “los electores cada vez están queriendo más que decidir, ser escuchados. Deciden con su voto, pero también con su voto están como trasladando una alerta, como llamando la atención, como buscando una reacción. Eso es un dato nuevo, que el voto no sirve a veces tanto para premiar sino para castigar, no sirve tanto para elegir sino para ser reconocido, ser visto, por parte del mundo de la representación política. Y esas alertas, ese mecanismo por el cual se canalizan algunas de estas emociones, como rabia, frustración, decepción, etcétera, es un voto concreto, son instrumentales. No es que se esté votando a veces exactamente a esa persona, a ese partido o a esa propuesta política, sino que son instrumentales para canalizar un sentimiento, una emoción, de alguna manera una alerta social, una alerta política. Entonces algunos pueden pensar que es como un voto del que se pueden arrogar la propiedad o la representación, cuando quizás es simplemente a veces como una señal, una alerta que afortunadamente los sistemas democráticos tenemos gracias al voto”.
El próximo 19 de noviembre habrá una doble vuelta donde cada voto cuenta y todo resulta ser un poco o bastante incierto también. En este contexto electoral los votantes se mueven también líquida y rápidamente con una lógica autónoma, donde lo emotivo cobra mucha importancia en el devenir de las cosas. Ahora bien, no hay otra mejor manera que no sea la de interactuar en un mano a mano y cara a cara con la gente para tratar de comprender lo que sienten precisamente, lo que palpita en sus corazones y también aquello que “mascullan” con bronca. Por eso los encuestadores y sus “focus group” le han errado tanto en los pronósticos, pues un grupo selecto no puede ser jamás representativo para tratar de entender lo que piensan las personas en esta sociedad líquida.
La realidad actual electoral se explica mediante una fuerte presencia del componente emotivo. La clave es anteponer a la sociedad líquida en que vivimos, aspectos sólidos que permitan tener esperanza ante la ambivalencia que está siempre presente. Entre “yo o el caos” y “el caos o yo”, entrelacemos los dedos para que de nuestras manos no se nos escape la líquida sociedad, sino por el contrario podamos hacernos de ella para solidificar nuestra propia identidad y dar vida a nuevas y mejores condiciones que permitan el desarrollo humano.
La vertiginosa realidad se impone segundo a segundo buscando contrarreloj un nuevo modelo para contener expectativas del conjunto. La complejidad de la sociedad líquida representa un fenómeno de la inmediatez que requiere un abordaje totalmente distinto a lo conocido hasta el momento. Por eso hay que actuar inteligentemente, sin estridencias y con los pies en la tierra. Expresa Almafuerte, “a veces un gran destino está dormido, viene el dolor y lo despierta”.
(*) Concejal Electo el 22/10/2023. Actual Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Concepción del Uruguay desde el 2019. Presidente de Bloque Concejales del PJ 2017-2019. Presidente Comisión Hacienda y Presupuesto 2015-2019. Decano del Colegio Mayor Universitario de Santa Fe 2003-2004.