Por José Antonio Artusi (*)
Mirar el documental sobre el juicio al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann (“Operación final”) en Netflix me hizo recordar a Silvano Santander, que cubrió como periodista ese histórico proceso en Jerusalén en 1961. Atesoro una carta suya fechada en esa ciudad que le enviara a mi tío abuelo, Luis María Rodríguez, a quien lo unían lazos políticos y de amistad. Comienza así: “Estimado amigo, aquí andamos por estas tierras endurecidas por los siglos, llenas de leyendas y de realidades. El juicio es extraordinario, por lo que se aprende y por lo que se conoce…”. Precisamente sobre ese juicio publicaría ese mismo año un libro titulado “El gran proceso”.
Escritor y telegrafista autodidacta
Silvano Santander nació en Helvecia, Santa Fe, el 5 de mayo de 1895 y murió en Paraná el 8 de mayo de 1971, hace 51 años. Periodista, escritor, político, tuvo una larga e intensa actuación en las filas de la Unión Cívica Radical, ocupando numerosos cargos partidarios. Autodidacta, telegrafista en su juventud, no necesitó formación universitaria para ir consolidando una sólida formación cultural y política. Amigo leal de Hipólito Yrigoyen, antifascista consecuente, solidario con la República Española y con las causas de la libertad y la igualdad en nuestro país y en todo el mundo. Corajudo, cultor de un peculiar sentido del humor, su compromiso político le significó arrestos y exilios, que nunca menguaron su entusiasmo por participar activamente en la construcción de una sociedad mejor.
Fue diputado provincial entre 1935 y 1939, durante la progresista gestión del Gobernador Luis Lorenzo Etchevehere, y fue reelecto en 1939. Ocupó una banca en la Cámara de Diputados de la Nación entre 1940 y 1943. El gobierno golpista de entonces interrumpió su mandato y lo arrestó. Fue nuevamente elegido diputado nacional en 1946, y reelecto en 1948, por lo que integró hasta 1951 el célebre “bloque de los 44”, junto a Ricardo Balbín y Arturo Frondizi, entre otros.
Enrique Pereira recuerda en su Diccionario Biográfico Nacional de la UCR:
“La escasa calidad democrática del gobierno privó a Santander de su banca el 19 de diciembre de 1951, debiendo exiliarse en el Uruguay para salvar su vida. Allí se ganó el sustento escribiendo, compartiendo el destierro en la muy numerosa colonia de perseguidos políticos. A su regreso al país continúa su militancia y en 1963 el Presidente Illia lo designa embajador en México, cargo al que renuncia de inmediato en junio de 1966, ante el golpe falangista del General Onganía… Santander fue esencialmente un luchador, que escribió libros duros, apasionados, y prohibidos durante los gobiernos que usaban la censura… No se consideraba un héroe, sino un obrero radical que había puesto sus ladrillos cuando la mano venía dura, para mantener enhiesto el edificio y en alto la bandera”.
La conexión nazi en Argentina
Silvano Santander investigó y publicó varios libros denunciando las conexiones políticas del nazismo en la Argentina, antes y después de la guerra, que permitieron que jerarcas del régimen genocida de Hitler se refugiaran, como hizo Adolf Eichmann, en nuestro país. No está de más recordar que sus últimas palabras, antes de ser ejecutado, en la medianoche del 31 de mayo de 1962 fueron: “¡Larga vida a Alemania! ¡Larga vida a Austria! ¡Larga vida a la Argentina!”
En el momento de su muerte El Diario de Paraná recordó a Silvano Santander de esta manera:
“Queda también como formidable testimonio su vida íntegra de luchador empedernido, idealista, ardoroso en sus pronunciamientos, como seguro en los ideales que tenía como meta. Le tocó una instancia turbulenta de la historia argentina; la recorrió con intensidad, con vocación de auténtico hombre de acción. Así concibió a la política; así practicó el periodismo. No podría ser de otra manera, porque de ese modo entendió la vida”.
(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU. Diputado Provincial (UCR) 2007-2011 y 2015-2019.