Se publicó el boletín de seguridad sobre operaciones en trabajos de agroaplicación

La Junta de Seguridad en el Transporte (JST), organismo descentralizado en la órbita del Ministerio de Economía de la Nación, publicó el Boletín de Seguridad Operacional que analiza, identifica y categoriza los sucesos en operaciones de aeroaplicación en la República Argentina durante el periodo 2013-2022, en el que se registraron 67 sucesos. Los datos se obtuvieron del sistema Adrep/Eccairs1 del repositorio institucional de la JST.

Las operaciones agroaéreas comprenden aquellas actividades en las que se utilizan aeronaves para la aspersión o lanzamiento de sustancias con el objetivo de proteger, beneficiar o fomentar la agricultura. Estas operaciones incluyen la aplicación aérea de fertilizantes, semillas y productos para la protección de cultivos, la preservación de los bosques o el control de plagas, malezas y hongos que afectan a la agricultura y a la horticultura.

Las dos categorías más frecuentes que derivaron en incidentes y accidentes fueron operaciones a baja altitud (LALT), con 20 sucesos, y fallo o mal funcionamiento del motor (SCF-PP), con igual cantidad.

Las operaciones a baja altitud son las colisiones (o cuasi colisiones) con obstáculos o el terreno durante la operación intencional cerca de la superficie, fuera del despegue y el aterrizaje. Representan el 30 % de los sucesos registrados en los últimos 10 años en el trabajo de aeroaplicación.

Surgen a partir de deficiencias en la planificación y preparación del vuelo. La falta de identificación de riesgos y la detección tardía de obstáculos reducen el tiempo de reacción del piloto y aumentan el riesgo de impacto.

Para prevenir este tipo de sucesos, la JST recomendó las siguientes buenas prácticas:

Antes de comenzar con una operación, es fundamental monitorear los peligros latentes propios de la actividad y analizar sus riesgos mediante la planificación del sitio.

También es necesario conocer las limitaciones de la aeronave, controlar los equipos de comunicaciones y de navegación con especial atención a la carga de coordenadas.

Por otra parte, la segunda categoría comprende el fallo o mal funcionamiento del motor de un sistema o componente de la aeronave relacionado con los motores, incluyendo las partes que se desprendan de este.

En épocas de siembra y aplicación, las aeronaves resultan exigidas por la cantidad de horas de vuelo acumuladas. Al operar en baja altura, si hay anomalías o mal funcionamiento, existe un margen escaso para responder de forma satisfactoria.

Para prevenir este tipo de sucesos, la JST recomienda las siguientes buenas prácticas:

Mantenimiento preventivo, realizado regularmente, siguiendo pautas de calidad apropiadas y conforme a los lineamientos del fabricante, ayuda a reducir la probabilidad de fallas.

Asegurar que se realicen los procedimientos de inspección y control de mantenimiento.

Otras buenas prácticas generales:

• Asegurar que la calidad del combustible a utilizar por las aeronaves no sea degradada por deficiencias en los procesos de abastecimiento y almacenaje. Así, el motor de la aeronave tendrá el rendimiento esperado de acuerdo con lo especificado por el fabricante.

• Verificar siempre el estado y funcionamiento de los equipos que integran a la aeronave, previo a la realización de los vuelos y después de estos.

• Cumplir con los tiempos de inspección y reemplazo de los elementos de seguridad de la aeronave (descarga rápida, matafuego, arneses) y del piloto (casco, máscara, etc.) para que cumplan correctamente la función para la cual fueron diseñados.