Nancy Bitenberg (*)
Qué bella es la juventud, divino tesoro; son las proclamas que se leen. La música es siempre un idioma para comunicarnos y compartir emociones. Las notas en el pentagrama… si las habré estudiado, aunque casi no las recuerdo. Pero amo oír canciones y es un momento que relaja nuestros sentidos. Ahora, cambiando el ángulo de esta columna, así no tienen sólo mi visión. La adolescencia nos llama a ser parte de esta vuelta, a poner a jugar nuestros sentidos en pos de armar nuestra personalidad futura. Viendo las nuevas tecnologías, nuestros oídos, a pesar de ser libres, los tapamos con auriculares porque la música ostenta a placer y ojo que lleva a sentir solo a la persona que la oye. O sea, un momento íntimo. Introspección. Aquí les dejo una paradoja del destino… Los decibeles miden tecnológicamente el nivel de ruido, y el umbral aceptable sería 60 decibelios. Si es superior produce daños a nuestro organismo. Hoy quise investigar, pero buscando reunir información para responder este interrogante: ¿por qué nos tapamos los oídos para oír durante la juventud y por qué cuando somos viejos nos tapan los oídos para oír? Había sido que los auriculares utilizan una oscilación entre los 75 dB y 136 dB a su volumen máximo. El informe de la OMS recomienda no utilizar más de una hora a un volumen bajo estos dispositivos, porque la exposición a ruidos elevados daña nuestro sistema auditivo. Cuando envejecemos ocurre la presbiacusia, que es causada por cambios en el oído interno. Sin embargo, los genes y ruidos fuertes (conciertos de rock o uso de auriculares) pueden influir mucho. Aunque hay distintos tipos de sordera (como dice el folklore), por un tapón de cera que cierra el conducto externo, o las otitis por efecto inflamatorio o infeccioso, esto se soluciona… con audífonos. Estas prótesis amplifican, procesan y reproducen el sonido. Hay de diversas clases y para la elección de las mismas deberemos concurrir con los especialistas en otorrinolaringología y fonoaudiología. Ahora, volviendo al tema que me llamó la atención, los adultos mayores se aíslan socialmente sin desearlo cuando sufren hipoacusia o sordera. Si aprendemos esto y podemos comunicarlo a las futuras generaciones para que cuiden su salud auditiva, sería una excelente solución. Recuerden que a palabras necias, oídos sordos, pero lo realmente necio es no escuchar y tomar decisiones sin reflexionar. Hasta la próxima.
(*) Médica General y Familiar, Geriatría. MP 9860. Preguntas y sugerencias para esta sección: (whatsapp) 3442 45-4077