Sergio Britos (*)
Un estudio sobre lactancia materna del Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea) constató que 4 de cada 10 niños consumen leche de vaca antes de cumplir un año siendo que está contraindicada: su composición no es adecuada para esa etapa de la vida, genera excesos y déficit en su dieta. La investigación “Alimentación en niños de 6 a 12 meses” partió de una muestra de 1.850 niñas, en el marco de la 2° Encuesta Nacional de Nutrición y Salud. Se analizó la composición nutricional de la dieta desde que comenzaron a incorporar alimentos para conocer si cumplen o no con las recomendaciones sugeridas en la Guía de Práctica Clínica en Alimentación Complementaria elaborada por el Ministerio de Salud. Los patrones alimentarios adecuados durante la primera infancia, además de contribuir al crecimiento saludable y al desarrollo del sistema inmunológico, son claves en la prevención de enfermedades crónicas futuras. Las guías alimentarias sugieren, para las infancias de 6 a 12 meses, complementar la lactancia materna con la incorporación progresiva de buenos alimentos. Sin embargo, del análisis de los datos de la investigación, surgió que no sólo no está sucediendo, sino que en la dieta se incorpora la leche de vaca. Esa combinación, sumada a un patrón de alimentación complementaria inadecuado son factores determinantes de: -Ingesta elevada de calorías, grasas, azúcares y sodio. -Ingesta elevada de proteínas, que puede representar una mayor carga renal y riesgo aumentado de obesidad a largo plazo. -Baja ingesta de vitamina D y ácidos omega-3. -Baja ingesta de zinc, nutriente crítico para el desarrollo del sistema inmunológico. “Nunca se vuelve a crecer, a desarrollar la inteligencia futura, el sistema inmunológico ni a formar hábitos saludables como en los primeros dos años de vida”, señala el estudio de Cepea. En un ejercicio teórico de simulación, se reemplazó el aporte nutricional de la leche de vaca por fórmulas infantiles adecuadas para la edad. Como resultado, se corrigieron cantidades y eventualmente, ingesta calórica. Ese ajuste llevó todos los nutrientes deficitarios a niveles adecuados (excepto el hierro) y moderó los excesos. El uso responsable de las fórmulas infantiles, guiado por profesionales, puede contribuir al equilibrio entre aportes no excesivos de energía, proteínas y sodio (además de grasas, azúcares y almidones). Asimismo, de ingestas de buena densidad nutricional en nutrientes deficitarios como omega-3, vitamina D, hierro y zinc.
(*) Licenciado en Nutrición. Director de Cepea.