Agustina Murcho (*)
Cuando llegan festejos como El Día de la Madre, aparece la culpa por comer «alimentos innecesarios». Todos alguna vez sentimos que lo que habíamos comido era «innecesario», en donde nos permitimos comer alimentos que durante el resto del año creemos tener prohibidos. Pero, ¿por qué sería innecesario comer un alimento en particular? Cuando alguien piensa que lo que comió fue innecesario, es importante entender que no es así, nada de lo que consumimos lo es. Siempre debemos pensar en qué fue lo que nos llevó a comer eso: ¿fue por hambre, placer, emociones o situaciones que estoy viviendo? ¿O fue porque no dormí bien? La alimentación tiene múltiples aristas para ser analizada, pero nunca podemos dejar de lado los factores que se ponen en juego a la hora de ingerir uno u otro alimento. Para comer sin culpa, entender este punto es el primer paso. ¿Y por qué deberíamos comer sin culpa? Porque hacerlo también es cuidarse, el placer es una parte fundamental de una buena alimentación. Tener una buena alimentación no se basa simplemente en comer saludable o en hacer dietas restrictivas. Se basa en encontrar un equilibrio que nos haga bien. Ser conscientes y repensarnos es parte de este proceso, si entendemos que nada pero nada es innecesario, que cada ingesta que tenemos es por algo, es importante que podamos ahondar en los por qué. Por lo tanto, en vez de sentirnos mal o culparnos porque sentimos que comimos de manera «innecesaria», debemos pensar qué fue lo que sucedió. Por eso, en este fin de semana largo y con los festejos por el Día de la Madre de por medio, es importante tener en cuenta que saltear comidas o restringir alimentos no es el mejor camino para lograr una buena alimentación. Si deseas comer algo, hacerlo y no te juzgues al día siguiente: tampoco pienses que si comes el domingo, el lunes tenés que empezar la dieta. Salgamos del círculo dieta-atracón-dieta, recuperemos el placer de comer y entendamos que la culpa, lejos de ser una buena consejera, es una trampa que no nos ayuda. Comer sin culpa es cuidarse y permitirse los alimentos que nos dan placer es lo que nos ayuda a tener hábitos de alimentación equilibrados. La restricción además nos causa mucha angustia y puede generar el efecto contrario.
(*) Lic. en Nutrición. Especialista en Trastornos de Conducta Alimentarios.