Salud… Alzheimer

Florencia Vallejos (*)

Los pacientes de Alzheimer tienen ahora más opciones que nunca para tratar su enfermedad: se han aprobado dos medicamentos para su tratamiento y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de EE.UU. está considerando aprobar otro, que podría estar disponible el próximo año. Muchos investigadores están empezando a centrarse en cómo aprovechar al máximo estos tratamientos: cómo identificar a las personas que se beneficiarán más, cuánto tiempo deben recibir el tratamiento y cómo medir el efecto de los medicamentos. También están explorando si estos medicamentos no sólo podrían retardar, sino incluso prevenir algunos de los efectos más dañinos de la enfermedad. Los laboratorios que los producen han mostrado nuevos datos y parecen haber mejorado la capacidad de los pacientes para ejecutar tareas diarias, al igual que su desempeño en pruebas de memoria, orientación y juicio mientras tomaban el fármaco, frente a aquellos que recibieron un placebo. Retrasar la aparición de los síntomas es esencial, no sólo para los pacientes, que pueden permanecer independientes durante más tiempo, sino también para sus cuidadores. Los datos mostraron que la mayoría de los pacientes pudieron permanecer en el mismo nivel de dependencia con el que comenzaron el ensayo. Para la mayoría eso significaba que necesitaban algunos recordatorios sobre las actividades diarias, como tomar sus medicamentos o ir a dormir. Pero no progresaron hacia etapas en las que necesitarían más ayuda para vestirse, comer o ejecutar otras habilidades críticas. De hecho, una cuarta parte de las personas que tomaron el medicamento no se volvieron más dependientes, en comparación con el 50% de los que tomaron placebo durante el estudio de 18 meses. Los datos confirman además que comenzar el tratamiento antes brinda a los medicamentos más oportunidades de prevenir daños a las neuronas cerebrales. Eso significa que no sólo podrían retrasarse algunos de los síntomas del Alzheimer relacionados con la cognición, sino también prevenirlos. La hipótesis en la que se está trabaja es que es mucho mejor controlar la enfermedad porque en general es un proceso muy lento y tal vez algunas personas nunca necesiten otro tratamiento. Si estos resultados son respaldados por un seguimiento continuo, los médicos podrán centrarse aún más en cuál es la mejor manera de diagnosticar a los pacientes en las primeras etapas de la enfermedad, antes de que aparezcan la pérdida memoria u otros síntomas cognitivos.

(*) Dra. integrante del departamento de Neuropsiquiatría de Instituto de Neurología Cognitiva.