Por José Antonio Artusi (*)
La nota titulada “Recuperemos Banco Pelay”, publicada el 8 de enero pasado en LA CALLE, recibió numerosos comentarios, que valoro y agradezco. Algunos se referían a la necesidad de no limitarnos a Banco Pelay sino tomar en cuenta el borde ribereño de Concepción del Uruguay en su totalidad. La sugerencia es válida y me motiva por lo tanto a compartir algunas reflexiones al respecto.
Digamos antes que nada que la cuestión es a la vez relevante y compleja. Relevante porque para los uruguayenses nuestro borde costero es un área estratégica, desde diversos puntos de vista; en lo ambiental, en lo paisajístico, como recurso recreativo y turístico, como soporte de actividades logísticas, etc. Compleja porque se trata de un territorio sensible, en el que se deben lograr condiciones que hagan compatibles y puedan convivir en armonía y preservando y mejorando la salud ambiental, actividades muy diversas, el puerto de ultramar, la náutica, zonas recreativas y deportivas, atractivos turísticos, etc.
Proyecto integral
Lo primero que habría que hacer es tener un proyecto integral, a corto, mediano y largo plazo, inserto en un plan estratégico de ordenamiento territorial y de desarrollo de la ciudad en su conjunto. El plan maestro del borde costero o ribereño de la ciudad, o como se lo llame, debería ordenar y articular la toma de decisiones tanto por el sector público como el privado, promoviendo la sinergia entre las acciones de todos los actores involucrados y evitando que se adopten medidas que luego resulten contraproducentes o que haya que revertir.
Desde Santa Cándida hasta Paso Vera, por lo menos, el potencial que tiene nuestra ribera es inmenso; en términos paisajísticos, recreativos, turísticos, etc. Un aspecto especial a considerar es el desafío de desarrollar y aprovechar la actividad náutica garantizando a la vez el mayor acceso público posible a la costa para uruguayenses y visitantes, en entornos de calidad ambiental y estética.
El sueño de playas bellas
Como en el caso de Banco Pelay, se argumentará seguramente con escepticismo que se trata de objetivos ambiciosos que requieren enorme financiamiento. Y es verdad, pero ello no debería constituir una barrera infranqueable que impida la concreción de la idea. Con un buen plan integral se pueden ir configurando proyectos parciales en los que la inversión requerida puede lograrse a través de empresas privadas seleccionadas por medio de licitaciones públicas. Una cuestión clave que debería garantizarse en todos los casos es procurar la recuperación y la reinversión, con criterios de equidad social, de la valorización del suelo que se genere por efecto de los proyectos, a través de diversos mecanismos. Existen algunos antecedentes en ese sentido en nuestro país que podrían servir como ejemplos para intentar aprender de otras experiencias.
Tengo un sueño. Playas limpias y bellas, con buenos equipamientos; parques náuticos de calidad que aprovechen el enorme atractivo de nuestro río y sus islas; costaneras de acceso público seguras y atractivas las 24 horas; un puerto pujante conviviendo de manera lo más armónica posible con la ciudad; el edificio del ministerio revitalizado, complejos turísticos que saquen provecho de nuestros hermosos paisajes, áreas protegidas, complejos deportivos, un teatro al aire libre para la Fiesta de la Playa, etc., etc…. Hagámoslo realidad.
(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU. Diputado Provincial (UCR) 2007-2011 y 2015-2019.