Fue a través de una ceremonia reducida por el contexto sanitario que se vive.
Con un número reducido de autoridades, atento a la situación sanitaria actual, se recordó ayer un nuevo aniversario del fallecimiento del general Justo José de Urquiza, ceremonia que estuvo presidida por el intendente Martín Oliva; el presidente del Concejo Deliberante, Ricardo Vales, ediles, funcionarios del Ejecutivo, autoridades de las fuerzas armadas y de seguridad, del Colegio Superior del Uruguay Justo José de Urquiza, del Palacio San José, del Cetro Cultural Urquiza, entre otros.
También se hicieron presentes las banderas de ceremonias del Colegio del Uruguay, heredero del prócer entrerriano, y del Batallón de Ingenieros Blindados 2, en representación del resto de las fuerzas, considerando el distanciamiento social que se debe sostener y al reducido espacio que se ofrece sobre el mausoleo donde descansan los restos del Organizador de la República.
Tras el depósito de las ofrendas -por parte del viceintendente Ricardo Vales y la concejal Valeria Jáuregui, por el Gobierno y Pueblo de Concepción del Uruguay; por el Colegio del Uruguay, la alumna Sofía Domínguez y la vicerrectora Valeria Mercado; por el Palacio San José, Norberto Irribarren, a cargo del despacho de la dirección, y la empleada del museo, Daniela Molina; por la Universidad de Concepción del Uruguay (UCU), su rector, Héctor César Sauret, acompañado por los vicerrectores Andrea Hassen y Carlos Neuman; y por el Centro Cultural Urquiza, su presidente y vice, Hugo Barreto y Carlos Canavessi, respectivamente- y de las palabras del cura párroco de la Inmaculada, presbítero Oscar Menescardi, los presentes escucharon las palabras alusivas a la fecha de Carlos Canavessi.
Su legado
En el inicio de su discurso, narró: “Comenzaba a anochecer aquel lunes 11 de abril, en la Semana Santa de 1870, cuando la tranquilidad cotidiana del palacio San José – residencia particular del gobernador en ejercicio de la provincia de Entre Ríos, general Justo José de Urquiza – se vio abruptamente alterada por el asalto de una turna de jinetes armados que a los gritos de ‘¡Muera Urquiza! Y ¡Viva López Jordán!’ irrumpió violentamente a través del portón posterior de la casa, ubicado entre la capilla y la pulpería”.
Durante su discurso, Canavessi contó la manera en que – además de asesinar al entonces Gobernador de los entrerrianos – masacraban a sus hijos en otras ciudades entrerrianos, sosteniendo que “ nefastas fueron las consecuencias para los entrerrianos de tan criminal accionar por parte de López Jordán, no solo en esa primera intentona sediciosa que culminara en desastre total en el combate de Ñaembé, en enero de 1871, sino también en las subsiguientes de 1873 y 1876, cuando el general Urquiza ya no existía, las que culminaron de la misma forma. A partir de esos acontecimientos, Entre Ríos, perdió definitivamente la preeminencia que, bajo el influjo de Urquiza, supo sustentar en el concierto de las provincias argentinas…”
El final de quien actualmente es vicepresidente del Centro Cultural Urquiza se vio marcado por acciones y por una frase del propio Urquiza: “Él le dio al país la libertad y la Constitución y pronunció una frase que debiera recordarse hoy en su homenaje: ‘Con estas dos grandes adquisiciones bajaré tranquilo a la tumba porque tengo la convicción que mis compatriotas sabrán apreciarlas como merecen’”.