En el aniversario del nacimiento de la Micela ‘la Negra’ García, su padre, Néstor ‘Yuyo’, García, eligió recordarla ayer con las siguientes palabras palabras: “Hoy elegí un semblante que te escribió la querida María Agustina ‘Achu’ Díaz, especialmente para este día donde te recordamos con alegría, con compromiso y dando de comer en tu nombre a lo largo y ancho del país”.
“Micaela es la sonrisa firme de una historia que avanza y que avanzará sin frenos, con dolores hondos, casi insoportables, como esos que anteceden al parto para dar lugar a nueva vida. Micaela condensa políticamente aquello para lo que aún no tenemos palabras precisas pero sí una línea de acción definida, la de luchar hasta alcanzar la victoria, es decir, la felicidad del pueblo. Micaela no es el nombre de una víctima de violencia patriarcal, ni el título de un diario, ni el nombre de una ley que es una exhortación a no bajar los brazos, es acción, es política con mayúsculas. Es el nombre de una compañera, de una militante, de una dirigente, de una líder, de una joven revolucionaria, de una heredera de Evita. Es la bandera que representa consignas sin siquiera tener que explicarlas. Micaela es padrón pintado, es artista callejero, es música estridente, los juguetes perdidos en la voz del Indio y el hondo grito de un sapucay. Es el abrazo cálido al dolido, a la infancia desprotegida que juega.
Micaela es la herencia de Juana Azurduy y María Remedios del Valle, las huestes artiguistas, es la valentía y coraje de las guerras independentistas. Es la perseverancia infinita de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo. Micaela es la justa rebeldía de una generación imprescindible. Las 16 razones que parió Trelew y los lápices que siguen escribiendo mientras cantamos con fuego en la gargante que ‘no nos han vencido’. Son aquellos horizontes de los que hablaba Eduardo Galeano, que nos ayudan a caminar para no abandonar la marcha ni el rumbo. Es nuestro lema, es el sueño concebido para que el futuro esté lleno de sueños.
“Es esa patria niña, esa patria como peligro que florece, de la que nos hablaba el poeta depuesto Leopoldo Marechal. Micaela es olla popular, merendero, centro cultural, comedor, unidad básica. Mate de mano en mano. Olor a guiso inventado. Picadito de fútbol. Rebelión. Es la gurisada entrerriana corriendo en patas por las calles de tierra y el olor a la tierra mojada después de la tormenta. Es la maestra rural enfrentando la avioneta envenenada, es el silencio del monte en galería y los ríos que atraviesan el cuerpo de Juan L. Ortiz. Es resistencia indígena, es charrúa y guaraní, mapuche y comechingona. Es la espalda dolida de Rafael Nahuel. Es la justicia peleando en la Amazonía y en el Delta incendiado por quienes odian a la tierra.
“Porque Micaela es una nación inmensa y criolla, indiana y negra. Micaela es inconmensurable, como las venas abiertas que recorren Latinoamérica. Es fe, es nuestra esperanza, es la espiritualidad sencilla del que ama, es la opción preferencial por los pobres, es la comunión con Mugica, Angelelli y los mártires palotinos. Es ese par de ojos profundos que nos miran e interpelan, junto con los de Santiago Maldonado. Es universidad pública y es pueblo descamisado entrando en ella. Es la Reforma Universitaria con sus sueños latinoamericanistas y de justicia. Es la lucha obrera y estudiantil en el Cordobazo. Es la rebeldía frente al hartazgo de ver al mundo injusto que no cambia. Es el próximo triunfo que estamos por abrazar y cada triunfo venidero porque su fuerza nos habita y conduce.
“Veinticinco veces hemos dicho Micaela, uno por cada año cumplido este 9 agosto de 2020. Y cada año, para siempre, tendremos una nueva forma de referirnos a quien ha transcendido a la muerte porque nos enseñó que seremos recordados y recordadas por la forma en la que hemos elegido vivir. ¡Hasta la victoria siempre, compañera Micaela!”.