Por José Antonio Artusi
Tras el Mundial y la alegría por la tercera, algunas reflexiones.
Qatarsis 1: Gracias!
A los argentinos y a muchos amantes del fútbol que no son nuestros compatriotas Messi y la Scaloneta nos regalaron en pocos días algunos momentos de intensa felicidad, muchos pasajes hermosos de juego colectivo en la competencia más exigente del mundo, goles maravillosos, y la satisfacción de ver cómo un equipo argentino, combinando talento con esfuerzo, entrega y organización, lograba un objetivo que no se alcanzaba desde hace mucho tiempo. Cada uno tendrá sus propias razones para un agradecimiento especial a Messi. Estas son las mías. “Messi es lo mejor que tenemos”, dijo Luis Scola, otro grande, en una entrevista con Luis Novaresio en 2019. Sus sabias palabras, dichas en las malas, merecen recordarse en las buenas: “pongo a Messi por arriba como lo mejor que tenemos por mucho más de lo que hace adentro de la cancha… esta cultura de la viveza, esta cultura de la media trampa, esta cultura de los “huevos”, y de ganarlo con la camiseta y demás, realmente es un ancla para nosotros, como deportistas, y como país probablemente también, porque el deporte es un reflejo de muchas más cosas… No podés ganar con viveza, vos tenés que ganar con talento, vos tenés que ganar con entrenamiento, vos tenés que ganar con esfuerzo…”. Creas en lo que creas, en Dios, en la Pachamama, en Tutatis, en los dioses del Olimpo o en la lotería de genes, Messi nació con un don extraordinario, ser un superdotado para jugar a la pelota con 10 compañeros siguiendo las reglas de un juego espectacular que inventaron unos ingleses. Pero ese talento de poco le habría servido sin esfuerzo y sin disciplina. Estamos aprendiendo casi de memoria las imbatibles estadísticas de Messi, pero hay algunas que no se mencionan. ¿Cuantas horas de entrenamiento y de charlas técnicas tendrá Messi? ¿Cuántos tiros libres y penales habrá practicado en su vida? ¿Cuántas horas de viaje antes de cada competencia, sumadas? ¿Cuántos días en concentraciones? Solamente un bobo podía pensar que Messi nos debía algo, pero él nos dio, a pesar de todo, una vez más, una magnífica lección, que se constituye en un verdadero ejemplo que trasciende lo deportivo. Sus propias palabras lo expresan con claridad: “Siempre tuve el sueño de ser Campeón del Mundo y no quería dejar de intentarlo, aún sabiendo que quizá nunca se daría… Muchas veces el fracaso es parte del camino y del aprendizaje y sin las decepciones es imposible que lleguen los éxitos.” Quizás como nunca antes, muchos queríamos que la selección gane la Copa del Mundo porque somos argentinos, pero también porque queríamos que la gane Messi, porque nos parecía injusto que no la pueda levantar, porque si hay alguien que se la merecía era él. Por el fútbol, por la belleza, por la alegría compartida, por el ejemplo, por la conducta, porque nadie nos representó mejor estos días, adentro y afuera de un campo de juego, eternamente gracias Sr. Lionel Andrés Messi!
Qatarsis 2: Vergüenza
El Mundial de Fútbol jamás debió haberse disputado en Qatar. Admitámoslo sin vueltas y sin intentar justificar lo injustificable. La FIFA le agregó un baldón más a la larga historia de su lado más oscuro. Que una competencia internacional de tanta relevancia se desarrolle en un país gobernado por una monarquía teocrática que no pasa el más mínimo de test de respeto a los derechos humanos es una atrocidad espantosa. Norma Morandini lo expresó con claridad meridiana en La Nación: “…quedará también como el Mundial de la violación de los derechos humanos, tan planetarios como el fútbol, por la situación de las mujeres y los más de seis mil trabajadores muertos por haber trabajado como esclavos para construir los faraónicos estadios. Semejante poder que pone en pausa los males del mundo, sin embargo, se manifestó impotente para evitar que en Irán sean condenados a muerte los jóvenes que salieron a la calle para demandar derechos, entre ellos varios deportistas.” No hay relativismo cultural ni ninguna otra consideración pragmática que pueda legitimar que Qatar haya sido el escenario del Mundial. Quienes se comen el amague, para decirlo en términos futboleros, de expresiones falaces tales como “es otra cultura”, o “en la práctica no es tan así”, deberían revisar su posición. Los derechos humanos son universales y se defienden en todos lados, siempre.
(*) Arquitecto Especialista en Planificación Urbano Territorial, integra la Cátedra de Planificación Urbanística de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UCU. Diputado Provincial (UCR) 2007-2011 y 2015-2019.